Nació el 10 de marzo de 1820 en Ramene, en el gobierno de Kostroma, y murió en Petrogrado el 21 de enero de 1881. Terminados sus estudios en la Facultad Físico-matemática de la Universidad de Moscú, el joven, que había tenido siempre, pese a la miseria en que se había criado, una gran pasión por la lectura, y había sentido fuertemente la influencia de George Sand, en lugar de buscar una ocupación adecuada a sus estudios, repentinamente decidió aceptar un empleo que le permitiera dedicarse a la literatura. Los episodios de su carrera fueron sencillos: su primera novela, ¿Es ella culpable?, enviada a la revista Los Anales Patrios en 1848, fue prohibida por la censura y no pudo aparecer hasta diez años más tarde con el título El mundo de los boyardos [Boiarschina], novela no de ambiente histórico, como parecía por el título, sino de la vida contemporánea.
La novela circuló manuscrita y proporcionó gran renombre a su autor. Habiendo entrado a formar parte de la llamada «joven guardia» de la revista El moscovita, publicó en ella la mayor parte de sus novelas y narraciones, con mayor o menor éxito, según la actualidad de los problemas tratados. Como Turguenev, intervino nuestro autor en polémicas sociales más que artísticas, especialmente en torno a algunos problemas que le fueron caros y fue antepuesto a Turguenev en el campo de la crítica por el radical D. I. Pisarev. No fue, sin embargo, un polemista, y fue acusado por un sector de la crítica de mantenerse indiferente ante los problemas sociales: acusación injusta, en parte rectificada cuando publicó en 1856 los Bosquejos de existencia campesina, apreciados por otro crítico radical, N. G. Tchernichevski, pero renovada cuando desde la revista La biblioteca para la lectura dirigida por el crítico idealista A. V. Drutzinin, aceptó gradualmente sus ideas y se inclinó hacia el conservadurismo.
Le interesaron, sin embargo, los problemas sociales y especialmente dos de los que vivió en su tiempo: el de la emancipación femenina, que le sugirió el tema de las novelas Mil almas (1858) y En el torbellino (1871, v.), y el de la situación espiritual de los idealistas en el período entre los años cuarenta y las reformas de Alejandro II (1861), en El pecado del viejo (1860, v.), en Mar agitado (1853, v.) y finalmente el Hombre del cuarenta, en la que aparece bastante evidente el elemento autobiográfico. Problemas análogos a los de las novelas trató Pisemski en algunos dramas y comedias, entre los cuales Destino amargo se considera como una de las mejores obras del teatro ruso de mediados del siglo XIX.
Menos eficaz en el análisis de los caracteres, Pisemski pertenece de lleno al realismo por la minuciosa descripción de hechos y ambientes. La vida del «empleado» Pisemski fue pobre en acontecimientos notables; rica en experiencias intelectuales la del escritor Pisemski, el cual hubo de afrontar ásperas polémicas, pero mereció al cabo el alto aprecio de Turguenev, de Leskov y de Chejov. Empleado en Kostroma y después en Moscú y Petrogrado, nuestro autor se dirigió al público ruso sirviéndose de las diferentes revistas de su tiempo: desde El Moscovita hasta El Contemporáneo, desde El Mensajero Ruso hasta Los Anales Patrios, a lo largo de más de treinta años.
E. Lo Gatto