Nació el 23 de octubre de 1805 en Oberplan, pequeña localidad de la selva de Bohemia, y murió el 26 de enero de 1868 en Linz, junto al Danubio. Hijo de una familia humilde — su padre fue tejedor y mercader de cáñamo —, pasó Ja infancia entre los bosques y las montañas natales, cuyos recuerdos e impresiones conservó siempre en su espíritu. Estudió después en el Instituto de Kremsmünster, dirigido por monjes benedictinos, y se matriculó en la Universidad de Viena para graduarse en Leyes y conseguir un empleo gubernativo; sin embargo, sintióse atraído por otros intereses — por las ciencias naturales y la pintura, de gran importancia en la formación del estilo y la técnica del escritor —y por la vida estudiantil un tanto irreflexiva — a ella se refiere en su obra Vida y organización doméstica de tres estudiantes vieneses [Leben und Haushalt dreier Wiener Studenten] — en la cual buscó alivio a su amor infeliz por Fanny Greipl. Cultivó también las Matemáticas, la Física y la Astronomía* aun cuando a través de estudios irregulares y no terminados.
Fue después preceptor de algunas familias nobles vienesas, entre las cuales figuró la del príncipe de Metternich. Contrajo matrimonio con Amalie Mohaupt, joven modista, y procuró ganarse la vida mediante las lecciones particulares y la pintura. Llegó a la escena literaria de Viena en 1840, cuando la Wiener Zeitschrift publicó su cuento Der Kondor. La notoriedad le obtuvo diversas amistades en la capital vi en esa; en el «Silbernes-Kaffehaus» conoció a Zedlitz, Grün, Lenau, Grillparzer y otros. En pocos años dio a la luz seis tomos de Estudios (v.; v. también Abdias, El solterón, La carpeta de mi bisabuelo, Brígida, El sendero en el bosque) — así tituló las colecciones de sus extensos relatos — que le llevaron rápidamente a la fama y figuran entre los textos más bellos de la narrativa y la lengua alemanas. En ellos el ambiente puro de la naturaleza, cuyos fenómenos describe Stifter de un modo posiblemente no superado, envuelve los más simples y singulares destinos humanos, a los cuales aquélla proporciona consuelo, salvación o paz.
En los Estudios y en la sucesiva colección de cuentos Piedras policromas (v.), el ardor de su temperamento y las influencias estilísticas del romanticismo ceden progresivamente el paso a la plácida luz de una religiosidad íntima, a una elevada ética y a una viva conciencia artística; y, en una claridad de expresión en la cual aparecen reflejadas la grandeza y la suavidad del espíritu, el dominio de las pasiones queda afianzado junto a una medida clásica y a una objetividad épica. La agitación de 1848 inquietó al escritor, quien no pudo reconocer en aquellas manifestaciones tumultuosas y anárquicas la libertad espiritual que le era grata. En 1850 fue nombrado, más bien en reconocimiento de sus méritos literarios, y para recompensarle con un estipendio fijo, que por su preparación específica, director de las escuelas en Linz. Hombre de conciencia e inclinado al escrupuloso cumplimiento de su deber, se dedicó apasionadamente a esta actividad, y procuró introducir nuevas orientaciones en el sistema escolar; prueba de ello son sus Ensayos sobre la teoría del Estado, el problema de la libertad, la naturaleza y la esencia de la escuela [Aufsätze über die Theorie des Staats, das Freiheitsproblem, das Schulwesen, 1849].
Su precaria salud, empero, forzóle a pedir el retiro. Salió de Linz sólo, casi, para el anhelado viaje a Italia, del que esperaba para su arte un complemento goethiano; sin embargo, únicamente pudo llegar a Trieste. En aquélla ciudad llevó a cabo sus últimas obras maestras.: Veranillo de San Martín (v.) y la novela histórica bohemia Witikó (v.). Durante los postreros años de su vida conoció las. considerables torturas físicas de los dolores atroces ocasionados, según parece, por un cáncer de hígado. Ello contribuyó definitivamente a la ruina de su armonía interior, ya minada por la huida del hogar y el suicidio de una hija adoptiva —no había tenido descendencia de su esposa — a la cual amaba mucho; y así, cierta noche Stifter se abrió la? venas con una navaja. Nietzsche consideróle uno de los más perfectos estilistas de la prosa alemana, en tanto Hebbel, que no compartía la idea estética expresada por nuestro autor en su prólogo a Piedras policromas, según la cual era posible percibir lo ^verdaderamente grande en las cosas pequeñas e incluso ínfimas — concepto que en él degeneró a veces en amaneramiento —, le llamó pintor de las flores y de los coleópteros, juicio severo dictado en parte por la diversidad de temperamentos. Como escritor, influyó en Storm, Raabe, Liliencron y Rosegger.
G. V. Amoretti