Libros de Arias, Thomas Campion

[Bookes of Ayres set forth to be sung to the Lute. Orpharion and Base Violl by Philip Rosseter, Lutenist]. Son cuatro volúmenes de canciones, publicados entre 1601 y 1613, en los que el poeta, músico y médico inglés Thomas Campion (aproximadamente 1567-1620) apli­ca las teorías expuestas en sus Observacio­nes sobre el arte de la poesía inglesa [Observations in the Art of English Poesie] (1602), sin emplear la rima, rechazando decididamente el hexámetro dactílico como no apto para el idioma inglés, y fundándose esencialmente en yambos y troqueos, intro­duciendo ritmos diversos, como el dímetro yámbico, el decasílabo elegiaco, la estrofa sáfica y la anacreóntica.

Uno de los más bellos ejemplos de estrofa trocaica es la canción «Laura», que desarrolla un cono­cido tema horaciano, cantando la belleza, divinamente musical en su silencio, de la mujer amada. «A Lesbia» [«To Lesbia»] recuerda, más que imita, el motivo de «Vivamus, mea Lesbia, atque amemus», de Catulo. Célebre es la canción Cuando hayas de volver entre las sombras (v.), inspi­rada en una elegía de Propercio. Una de las mejores canciones, por su frescura y mu­sicalidad de ritmo es la conocida, con el título de «Cereza madura» [«Cherry ripe»], que empieza con el verso «Hay un jardín en su rostro» [«There is a garden in her face»]; la cara de su amada es comparada con un paraíso terrestre, en que florecen azucenas y rosas, dominado por la viva nota de color de sus labios encamados como cerezas maduras, que se abren en el res­plandor de los dientes blancos como cálices de rosa llenos de nieve. La que empieza con «Ahora se alargan las noches invernales» [«Now Winter nights enlarge»] canta, en cambio, las ventajas de las largas noches de invierno, favorables a los amores, a los placeres, a la vida y a las relaciones mun­danas.

En las canciones de Cámpion, con­temporáneo de Sidney y de Ben Jonson — cuya poesía parece señalar el paso de la literatura isabelina a la jacobina —, el genio popular se funde con el sentimiento artístico despertado por el humanismo, y la crudeza originaria es moderada por una nueva elegancia de vocabulario y de versi­ficación.

A. P. Marchesini

El Libro Póstumo, Paul Verlaine

[Le livre posthume]. Colección de poemas de Paul Verlaine (1844-1896), publicada en París en 1926 (Colección de «Poetas malditos») con Varia y Algunos poemas inéditos. Este Libro reúne: ciertos poemas en que se encuentran las fantasías prosódicas y el tono confiden­cial del autor: «Casi un anciano, casi histé­rico / De inclinaciones sombrías y ruino­sas / Evocación quimérica / De los grandes tipos libidinosos». En Viva el Rey (fragmento inédito y completo de un drama inacabado), dos escenas evocan a Luis XVII en el Temple y algunos diálogos revolucionarios, pero no ofrecen ningún interés especial; Quien quiere maravillas (revista del año 1887, por Paul Verlaine y François Coppée), que es una colección de sketchs bre­ves y de pastiches para el periódico «Le Hanntton», en los que no falta la inspiración; «Preciosos abonados, amables compradores/Que figuran como autores de gran talento/Os ofrecen el fruto de sus des­velos». El solo título de las escenas basta para dar una idea de su contenido (es­cena I, «Interior de un vagón de tren de recreo a toda velocidad»; escena II, «La barquilla del globo cautivo de la exposi­ción»; escena III, «La terraza del café de Suecia a las cinco de la tarde», etc.). Bien mirado, esta colección no aporta nada a la gloria de Paul Verlaine.

Libro Pontifical o Historia de los Papas, Louis-Marie Olivier Duchesne

[Liber pontificalis]. Edición clásica fundamental de la fuente más importante para la historia del Pontificado, especial­mente preciosa para la historia de los pri­meros siglos de la Iglesia Romana, preparada por Louis-Marie Olivier Duchesne (1843-1922), publicada en dos volúmenes in folio en 1886-1892.

La Iglesia Romana tuvo ya desde el siglo II catálogos de sus obispos, acompañados de indicaciones crono­lógicas; a principios del siglo VI se amplia­ron en una especie de serie de biografías o historias de los papas, desde el após­tol San Pedro hasta Félix IV, prolongada después hasta Esteban V (885-891)—el Li­ber Pontificalis propiamente dicho —, con­tinuada después con diferente estilo por varios autores hasta Pío II (1464). La obra de Duchesne se abre con unos capítulos magistrales sobre las fuentes de la historia y cronología de los papas antes del Liber Pontificalis; sobre la fecha de su composi­ción, defendida por él contra Waitz y Mommsen; sobre los manuscritos de la primera parte, o edición primitiva, trans­mitida en redacciones que se interrumpen en Félix IV (530). Amplias investigaciones históricas y arqueológicas abarcan toda la historia de la Iglesia Romana de los prime­ros siglos (utilizando especialmente la Roma subterránea (v.), de Rossi), y que concluyen con la discusión sobre la autoridad histórica del Liber Pontificalis, diversa según los temas y los personajes. «En toda la Edad Media la historia de los Papas se redujo a estas noticias biográficas, como la histo­ria de los imperios a la crónica de San Jerónimo. Era uno de los tres o cuatro libros históricos que formaban la dotación indis­pensable de toda biblioteca episcopal o conventual».

El capítulo en que Duchesne estudia los manuscritos de la segunda edi­ción revisada y continuada forma casi por sí mismo un volumen, en que se trata, crí­ticamente, entre otras cosas, bajo la vida de Adriano, toda la historia de la «Dona­ción» de Carlomagno, confrontada con la promesa de Pipino a Kiersy. Sigue la pu­blicación de los diversos catálogos pontifi­cales, según los diferentes manuscritos, desde la primera edición del Liber Ponti­ficalis, con su texto restituido según dos resúmenes, el feliciano y el canoniano. Las noticias, acompañadas por Duchesne de amplias notas referentes a algunos papas célebres, como Silvestre Símaco, Sergio, Gregorio II, Esteban II, Adriano, etc., adquieren el valor de una verdadera biogra­fía crítica. El segundo tomo contiene la publicación del texto de la segunda edición del Liber Pontificalis, precedida de amplia introducción sobre los manuscritos y la redacción en el siglo IX, sobre la historio­grafía pontifical en el siglo X-XI y el Liber Pontificalis en el siglo XV, sobre las edi­ciones antes y después del descubrimiento de la imprenta, sobre la edición de Magun­cia de 1602, preparada por el jesuita Jean Busee (utilizando un manuscrito vaticano), las ediciones italianas del siglo XVIII (Bianchini, Vignoli, Muratori) y las contempo­ráneas.

El autor presenta, en fin, las carac­terísticas de su propia edición, o sea: se ajusta al más antiguo texto del verdadero Líber Pontificalis reconstruido sobre los dos resúmenes, que han llegado hasta nosotros, de los primeros esbozos de historiografía pontificia desde el siglo IV al VI y poste­riormente al papa Adriano II, con la adi­ción de todo lo que podía figurar como continuación del Líber Pontificalis; en cuan­to al comentario, es más amplio en el pe­ríodo anterior al siglo XII, esto es, en el período que más lo necesitaba, y para el cual el autor estaba mayormente acreditado. De la obra magistral de Duchesne escribe Leclerc, en el Diccionario de Arqueología Cristiana (v.): «Vasta empresa, con la que Duchesne hizo de la célebre compilación su dominio particular, y propiedad perso­nal… y en la que el verdadero erudito que era halló el mejor empleo de sus raras cualidades de vigor crítico, de penetración, de sinceridad, poseídas por él en grado eminente». Hoy en día las nuevas investi­gaciones y descubrimientos del último medio siglo hacen sentir la necesidad de una se­gunda edición de la obra de Duchesne.

G. Pioli

Libro para el Rey, Bettina Brentano

[Das Buch gehört dem König]. Relación fantástica de una con­versación entre la madre de Goethe y la autora, Bettina Brentano (1785-1859), que se imagina ocurrida, según se desprende de la dedicatoria, en 1807, fecha absolutamente arbitraria con la cual Bettina dató también su Epistolario de Goethe con una niña (v.).

Se cuenta en ella un visita hecha por «Frau Rat» (la madre de Goethe) en el cas­tillo de Darmstadt a la reina Luisa. En rea­lidad las visitas fueron dos, una en 1799 y otra en 1803, según resulta de dos agudas cartas de la madre a su hijo. Aquí trabaja la fantasía de Bettina y las reduce a una, manteniendo en la viveza del relato el ca­rácter de espontaneidad y frescura de una cosa narrada y no escrita. Por otra parte, esa acción ofrece manera a la autora de manifestar así al azar, entre una impre­sión de la pequeña vida burguesa, la des­cripción de un baile en la corte y algunos pensamientos suyos, de orden politicosocial y filosófico, todos los cuales van a parar siempre al tema de la libertad. A propósito del baile, lanza sus dardos contra los dig­natarios de corte y de Estado, que, igno­rantes de sus deberes para con el pueblo, no piensan más que hacer buen papel con el monarca. Aparecen, aquí y allá las teo­rías «ilustradas» propias del siglo XVIII, en las cuales la naturaleza se une a «las luces» en atrevidas aproximaciones contra la mo­ral preceptista, los pedagogos, los pietistas y cualquier Iglesia confesional.

La duda acerca de la creación del mundo en siete días promueve una larga digresión en la cual Bettina quiere exculpar a «Frau Rat» y probablemente a sí misma de la acusación de ateísmo, profesando una especie de deís­mo espiritual: «la verdadera inmortalidad es la pura concepción de la abierta inteli­gencia humana, que no está vinculada a nada terrenal». También la libertad política es defendida en alta voz, y censurado Na­poleón que sólo dio libertad ficticia con aquella especie de bienestar superficial que elevó a alemania haciendo traición a los altos ideales de cultura y libertad. La na­rración, dividida en dos partes se cierra con el retorno de «Frau Rat», de noche, cruzando el bosque en la berlina de la Corte. Todas estas divagaciones, más poé­ticas que filosóficas, aun haciendo gala de profundidad goethiana, se resienten de in­fluencias románticas de Schleiermacher y saben ocultar hábilmente mucha pedantería con su riqueza de imágenes y vivacidad de narración.

G. A. Ajroldi

Libro Papiense, Anónimo

[Liber Papiensis o Li­ber legis Langobardorum]. Colección de le­yes hasta Enrique I compilada en la primera mitad del siglo XI. Contiene, en orden cro­nológico, las leyes emitidas por los reyes longobardos (v. Edicto de Rotario), el Capitolare Italicum y otras leyes vigentes en Italia. Fue sin duda redactado por algunos estudiosos de la Escuela de Pavía. De las dos redacciones, la una, llamada «recensión vulgar», es de autor desconocido; la otra, llamada Walcausiana, parece haber sido compilada por cierto Walcausa. Esta segun­da redacción es más correcta que la primera y está provista de comentarios y glosas. Objeto de esta colección era el de servir de prontuario para el Foro, y parece que fue logrado, dada la gran fama y difusión que obtuvo. A fines del siglo XI, la Escuela, por obra de autores desconocidos, reunió y rehizo el contenido del Liber Papiensis, proveyéndolo de comentarios críticos e his­tóricos en Una obra que se titula Expositio ad librum Papiensem. Esta obra, a diferen­cia de la primera, obedecía a propósitos puramente escolares.

A. Brambilla