Facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos.
Hasta ahí, la cosa parece muy fácil, pero en realidad no lo es tanto. Todos aspiramos a la libertad, alardeamos de la nuestra -que muchas veces confundimos con independencia-, lamentamos la ausencia de libertad de otros… Pero, ¿en qué se basa la cacareadísima frase: "Mi libertad termina donde empieza la de los demás"? ¿Son libertad y límite términos contradictorios o pueden aparecer perfectamente conjugados? ¿Qué leches es la tan cacareada libertad?
La respuesta a estas y otras preguntas (oh, qué frase tan manida!) se puede encontrar en el libro Sobre la Libertad, de John Stuart Mill que gracias a Santa Alianza de Bolsillo no cuesta más que seis euros.
Sobre el autor
John Stuart Mill es un filósofo y economista inglés que vivió en tre 1806 y 1873. A su educación contribuyó el filósofo utilitarista Jeremy Bentham, por lo que, en un principio la orientación filosófica de Mill siguió los derroteros de este maestro. Trabajó para la Compañía de las Indias Occidentales y fue miembro del Parlamento Británico como representante del partido Liberal. Fue siempre una persona que miraba hacia el futuro y el progreso y por ello propuesto varias reformas sobre el sistema político inglés en su obra Consideraciones sobre el gobierno representativo. John Stuart Mill fue un pensador adelantado a su tiempo, lo que se puede ver ya sólo con echar un vistazo a los títulos de sus obras: Ensayos sobre la igualdad de sexos, Sobre la Libertad o La utilidad de la religión entre otros.
Tampoco hay que olvidar que las ideas de John Stuart Mill jugaron un importante papel aproximadamente un siglo despues, en una gran discusión acerca de la libertad que tuvo lugar en la sociedad británica con motivo de la despenalización de determinados comportamientos sexuales. Es el problema del consabido moralismo legal y la disputa implicó a Lord Devlin y el profesor Hart a raíz del Informe Wolfenden, que proponía la despenalización de las conductas homosexuales en Gran Bretaña.
Con motivo de este informe se suscitaron dos posturas contrapuestas. Por un lado, Lord Devlin apelaba a la idea de libertad de John Stuart Mill; por otro lado, Hart decía que determinadas conductas inmorales debían ser además sometidas a Derecho, es decir, penalizadas.
Yo tuve que estudiar todo este conflicto para las asignaturas de Filosofía Política y Ética y Deontología Profesional. Es el problema del "Moralismo Legal" y, en último término, del "Paternalismo Jurídico". En los dos casos me quedé con la curiosidad de cómo era el libro de John Stuart Mill cuyas ideas aún no estaban superadas un siglo después.
El libro
Sobre la Libertad es un librito dividido en 5 partes diferenciadas. La "Introducción" es la parte más interesante, porque en ella, John Suart Mill nos cuenta qué entiende por libertad y hasta qué punto o en qué condiciones es válida una injerencia en dicha libertad. Primero hace un repaso histórico por lo que se ha entendido por libertad a lo largo del tiempo. Además, en esta introducción nos plantea el objetivo de sus reflexiones: encontrar y defender el "límite a la intervención legítima de la opinión colectiva en la independencia personal". Es decir, señalar cuál es la esfera de acciones de la persona frente a las que no cabe intervención ninguna de los otros. Además, John Stuart Mill va más allá e intenta dilucidar hasta qué punto es legítima la intervención de un Gobierno en las acciones que conciernen a una sola persona. Por lo tanto, John Stuart Mill pretende elaborar un principio por el que regir las rrelaciones de la sociedad con el individuo. Si descriptivamente podemos decir que la sociedad tiende a comentar y censurar determinados comportamientos y actitudes; prescriptivamente, Mill considera que hay una esfera de dichos comportamientos y actitudes que ha de ser invulnerable:
"Este principio consiste en afirmar que el único fin por el cual es justificable que la humanidad, individual o colectivamente, se entremeta en la libertad de acción de uno cualquiera de sus miembros, es la propia protección.
Es decir, el Estado sólo puede entrometerse en la vida ajena siempre y cuando las acciones de una persona perjudiquen a los demás. En estos casos, el Estado sí tiene derecho a intervenir y a intentar reprimir las acciones que perjudiquen a otros (aquí es donde acaba mi libertad y empieza la de los otros 😉 Para Mill, una persona sólo es responsable ante la sociedad en la medida en que sus acciones se refieren a los demás o los incumben. Las acciones cometidas por y para uno mismo no atañen al estado o a la sociedad y por lo tanto excluyen su intervención.
Esto puede parecer una banalidad a día de hoy, pero no lo es tanto. Por un lado, hay que tener en cuenta laépoca en que se escribió el libro; por otro lado, podemos pararnos a pensar en casos como la regulación de los contenidos de la televisión; la posible prohibición de hablar por teléfono mientras se conduce o las nuevas disposiciones en cuanto a la comida y reflexionar sobre qué aplicación encuentran en ellos las ideas de Mill.
"Sobre sí mismo […] el individuo es soberano", dice Mill. Este es el punto de partida para todas las reflexiones posteriores. Aunque haya gentes en el Gobierno que crean que uno debe ser protegido contra sus propios actos, Mill no acepta esta opinión y la rebate con argumentos como la variabilidad de las costumbres y de las opciones morales.
Finalmente, Mill alude a los ámbitos en los que siempre ha habido un interés por parte del Gobierno de inmiscuirse en los asuntos que atañen sólo al individuo y explica cómo y por qué son ámbitos en los que ha de imperar la soberanía del individuo. Al más importante de todos ellos por lo su significado en la vida política, le dedica el siguiente capítulo: "De la libertad de pensamiento y discusión".
El capítulo tres se llama "De la invididualidad como uno de los elementos del bienestar" y en él nos explica cómo, efectivamente, la disposición de una capacidad de elección total en determinados aspectos que nos atañen sólo a nosotros es necesaria e imprescindible para que el hombre se sienta como tal, y para que sea consciente de su libertad, de su capacidad de elección. En este capítulo retrata de una forma simpática y certera a todos aquellos que siempre han sido reacios a conceder libertad a los demás.
En el siguiente capítulo, "De los límites e la autoridad de la sociedad sobre el individuo", intenta reflexionar sobre el límite de la soberanía del invididuo sobre sí mismo, y el comienzo de la capacidad de la sociedad para inmiscuirse en las actividades del sujeto. Como ya ha anticipado en la primera parte del libro, esta capacidad surge cuando la conducta de una persona perjudica o afecta a los intereses y a las libertades de otras personas, no antes. Son varios los contraargumentos que él mismo nombra para despreciarlos posteriorme. Y es que para Mill, la autonomía del invididuo surge de su ejercicio. El individuo es autónomo en tanto que puede y se le permite (mediante la no injerencia) actuar autónomanente. "Equivocarse" y "perjudicarse a uno mismo" forman parte del concepto de libertad tanto como "elegir" o "decidir".
El último capítulo, el de las "Aplicaciones" resulta menos interesante, puesto que alude a muchos casos que nos son desconocidos o nos resultan desfasados. Pero todo ellos pueden tomarse por trasuntos y pueden ayudarnos a buscar nuevas expresiones de lo planteado por el fiósofo en nuestra sociedad.
Por último, me gustaría añadir que la edición que yo tengo, la de Alizana de Bolsillo viene precedida de un Prólogo de Isaiah Berlin. Berlin elaboró el concepto de libertad negativa por oposición a libertad positiva, a partir de las ideas que Mill expresa en este ensayo. Así pues, para Mill, la única libertad verdadera es la libertad positiva, la que surge de la reflexión y de la consciencia sobre las propias actuaciones. Isaiah Berlin acuñó el término "libertad negativa" como la ausencia de obstáculos o impedimentos para actuar de determinada manera.
Se trata, pues, de un libro que está de plena actualidad, pese a haber sido escrito allá por 1859 y en el que nos podemos reconocer nosotros y nuestra sociedad. Y no siempre salimos bien parados… Tú decides si te lo lees o no 🙂
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