Diario de Dagda, Jánis Rainis

[Dagdas skieu burtricas]. Obra lírica en cinco libros, publi­cados en 1920 y 1925, por el escritor letón, quien, desterrado por razones políticas, en­contró en el Tesino su segunda patria. Este Diario es la novela en verso de un jo­ven expatriado letón, Dagda, en el que pue­de verse al propio reservadísimo Rainis. En el primer libro, que él considera el más notable, «Adiós hermosa», el alma cerrada del extranjero se abre ávidamente a las impresiones de la vibrante vida meridional. La sonrisa en los labios femeninos, los acentos apasionados de las canciones popu­lares, el saludo gentil del labriego, reavivan la sensibilidad del poeta, preparándola para el amor, que aparece en la persona de Oli­via.

A las primeras revelaciones siguen las dudas, una áspera palabra de ella cierra el corazón de él. Viene la reconciliación, el arrepentimiento por haber sentido rencor hacia quien, a su vez, sufría, cuando una catástrofe imprevista hace pedazos la feli­cidad: Olivia muere. Todo es silencio en torno al poeta; hasta que se insinúa la idea consoladora de que todo es solamente una evolución de las formas. La desesperación más aguda estalla en el segundo libro, «Las palabras de la sierpe» [«Cüsku vürdi»]; las demás partes de esta novela amorosa, «A casa» [«Uz májám»], «La luz argéntea» [«Sudrabota gaisma»], «La muchacha lu­nar» [«Méness meitina»], sólo llevan un eco de la soleada patria de Olivia. Pero la vi­sión sería muy triste si no estuviese ilumi­nada por la belleza femenina, que ahora brilla para el poeta en los ojos celestes de otra mujer.

M. Rasupe

En el lado salvaje de Peter Magnus


Por Gerardo Diego Alberca*

cubierta-eneladosalvajemedNo debemos mirar aquí nada nuevo por experimental que pueda parecernos esta novela firmada con el seudónimo de Peter Magnus, titulada En el lado salvaje, título elegido, con toda probabilidad, para desconcertar a los lectores. Si creemos que vamos a encontrar un mundo salvaje como el título de esta novela nos indica, puede que vayamos equivocados, siempre que el concepto de salvaje lo entendamos como tal y lo apliquemos a los personajes y a las circunstancias narradas en este libro, que como hemos dicho podríamos definir como novela experimental. La parte salvaje existe, pero no del modo que existe en novelas como La carretera o Meridiano de sangre del escritor americano Cormac McCarthy.

El lado salvaje de esta novela que nos ocupa es brutal, pero al estar tratado desde esa perspectiva de que el criminal es inocente mientras no se demuestre lo contrario, los delitos que éste comete parecen menos salvajes, de hecho no ahonda esta novela en ese conflicto, sino en el de las posibilidades que puede llegar a tener un delincuente, que al inicio se nos presenta como un simple y vulgar ladrón de coches:

“Rov Dalas analizaba su situación mientras conducía a ciento cincuenta kilómetros por hora por la autopista Marbella-Algeciras escuchando una recopilación de éxitos de Bob Dylan.

Su mente se detuvo como si hubiera chocado el vehículo en el que viajaba con un doble muro -un muro más atroz y destructivo que el muro de la indiferencia-, cuando la canción número trece del disco de éxitos de Bob puso las primeras notas en el habitáculo del coche que Rov había robado horas antes en el parking de unos grandes almacenes: un descapotable marca mercedes de color gris ceniciento.”

Para más tarde mostrarnos la crueldad con la que actúa Rov Dalas, porque la acción de la novela nos irá llevando hasta el doble asesinato que comete éste por venganza arrebatado por el odio y los celos. Así aparece la pistola llamada Anita, y que el autor, al incluirla en esta novela, le hace un guiño al lector, usando los trucos que usaba Nabokov, para que descubra en esta lectura de dónde procede esta tal Anita, el autor nos deja algunas claves para que descifremos y encontremos en qué otra novela de esta autor está presente como protagonista la pistola Anita que con el sonido lacónico de sus balas acaba con la vida de Norma y el cacique, y más tarde con la vida de un matón a sueldo de la mafia rusa. Aquí el autor nos hace otro guiño, al acabar con la vida de Norma y el cacique, porque estos son una metáfora, otro truco usado por Magnus para hacernos ver que tras su novela, en apariencia totalmente profana en política, revoluciones y luchas sociales, se esconde el germen de la rebeldía, de la afrenta al poder, del cuestionamiento de las normas (Norma) impuestas por los gobernantes (Cacique). Cosa a la que los que seguimos a este autor, que ahora firma esta novela con este seudónimo como hemos dicho, nos tiene acostumbrados.

Hay un juego con el que parece pasárselo genial el narrador, en este caso porque nos narra, unas veces en tercera persona del singular para pasar sin comas, o puntos a narrar desde la primera persona del plural indicándonos que “ellos son los narradores omniscientes que lo saben todo, pero que al lector se lo van a ir contando como buenamente ellos crean que deben hacerlo”, e incluso pasa la narración de estar realizada en primera persona, como si el mismo autor fuera el protagonista, para dejarnos en una línea más abajo la reflexión del omnisciente narrador y su “negro literario”.

Podemos citar aquí algunos autores que han influenciado a este autor a la hora de escribir En el lado salvaje como podrían ser Bukowski, Camus, Joyce o incluso el citado Nabokov del que vemos que Magnus usa sus trucos para despistar al lector dándole esas claves a modo de guiño para que siga las miguitas que va echando por el camino hacia el profundo bosque hacia el que quiere llevar al lector, un bosque donde lo abandonará para que sea el mismo lector el que encuentre la salida del laberinto al que Rov Dalas acaba de ser condenado.

Es a la mitad aproximadamente de la novela cuando el autor nos planta ante un escenario atípico, porque abre la novela en tres partes, tres caminos por los que deambulará el protagonista buscando en cada uno de ellos una cosa distinta, aunque los omniscientes narradores nos hagan creer que es la misma. Así la narración, como hemos dicho se abre en tres, es un trino, y ya no caben posibilidades de duplicidades, ya no cabe una bipolaridad o algo parecido, ahora son tres vías, tres pensamientos que buscan una solución al conflicto:

“Liberación, Prisión y Huida” son esos caminos que ha de recorrer el protagonista para alcanzar su fin, pero ¿cuál de ellos es el real y cuál el ficticio? Aquí la narración ya se convierte en algo brutal, porque debemos ir muy despiertos para no despistarnos, que es, en la medida de las posibilidades, lo que intenta hacer el autor valiéndose de esos narradores omniscientes que nos van a ir mintiendo en cada capítulo para llevarnos a un lupanar donde el surrealismo nos puede llegar a producir vértigo.

 

* Gerardo Diego Alberca, es periodista, actualmente retirado por razones de salud. En la actualidad su único trabajo consiste en leer y escribir muy de tarde en tarde sobre literatura.

 

 

 

 

La vida de los deseos (Thomas Glavinic)

La vida de los deseos, de Thomas Glavinic

Después de leer la anterior obra de este autor austriaco, Algo más oscuro que la noche , reconozco que me quedé con ganas de leer alguna otra obra suya. Por eso me apresuré a hacerme con la vida de los deseos en cuanto supe de su existencia.

La trama, en principio, sonaba bien, conociendo el gusto del autor por lo surrealista con tintes filosóficos: a un trabajador de una agencia publicitaria se le acerca un día un hombre, completamente borracho,  que en un banco público, mientras el protagonista come su apresurado almuerzo, le ofrece tres deseos.

Por supuesto, el protagonista lo manda a paseo, pero el hombre insiste, y para alejarlo le dice que sólo quiere uno: que se cumplan todos sus deseos en vez de uno. El borracho se lo concede.

Y aquí es donde viene, para mí, la primera sorpresa, porque nos e trata, como cabría esperar de que el cumplimiento de esos deseos acabe con él haciéndole la vida imposible. No, nada de eso. Os recuerdo que estamos con un autor de lengua alemana en general, y con Glavinic en particular, así que nunca a va a ser tan fácil. Nada es fácil en la literatura alemana: ni siquiera morirse tranquilamente en un sanatorio de tuberculosos es una cosa fácil, como saben los seguidores de Thomas Mann.

Sin entrar a contar lo que sucede, quiero advertir solamente que la novela tiene dos niveles: si te la lees mientras comes el bocadillo, entenderás una cosa, ligera y entretenida. Si te fijas en lo que el autor dice entre líneas, verás que en realidad la trama es mucho más complicada, más profunda, y más retorcida. Quizás un poco como esas cosas que pasan en Austria, donde un fontanero con bigote y buen vecino, tiene veinte años a su hija encerrada en un garaje, mientras se acuesta con ella ante el silencio de su esposa, que supuestamente no sabe nada.

No, no me regodeo en las desgracias de otros. Lo creáis o no, es un ejemplo muy bien traído para lo que pasa en esta novela con l0s deseos, su vida, su existencia propia, y lo que nos atrevemos a averiguar de ellos.

La vida del protagonista no es ni buena ni mala. Le pasan cosas a cierta distancia, como las que le suceden a cualquiera, pero de pronto los hechos se acercan, se aproximan a él, sin dejarlo ya al margen.

Totalmente recomendable.

 

 

El día de la lechuza (Leonardo Sciascia)

El día de la lechuza, de Leonardo Sciascia

Aunque el autor escribió esta obra allá por los años cincuenta, es ahora cuando tenemos la oportunidad de disfrutar de este magnífico ejemplo de lo que dio en llamarse literatura política. La fecha de composición de la obra es importante, pues en aquellos momentos aún se consideraba a la Mafia una organización del tipo de los Rosacruces, o la Santa Compaña: o sea, una especie de pequeña secta esotérica, cuando no una simple leyenda.

La novela nos habla de un pueblo de Sicilia, y de un crimen que se comete en la plaza mayor, cuando había cincuenta personas subidas al autobús y todos lo vieron pro la ventanilla. Sin embargo, nadie recuerda nada, y el jefe de carabineros, llegado de Parma, trata de romper el pacto de silencio de los sicilianos echando mano de toda clase de artimañas.

La novela evoluciona hacia la repercusión que eso tiene en las altas esferas y a medida que asciende el asunto se desdibuja y cobra otra clase de tintes.

Como siempre, es un placer leer a Sciascia, uno de eso escritores sagaces, observadores, perspicaces por naturaleza y por la experiencia recibida de un entorno donde la verdad es una especie de juego de niños al que a veces se juega, pero en el que nunca se cree.

Historia, condición humana y sociología en un sólo libro, ciento y pico páginas de letra gorda, que sin embargo valen nuestra más sincera recomendación.

El hospital de la ión, o la tragedia en el ambiente. Stanislaw Lem

El hospital de la Transfiguración, de Stanislaw Lem

El hospital de la ión fue la primera novela escrita por el polaco Stanislaw Lem y la compuso en un momento en el que todavía no tenía claro si quería ser escritor o dedicarse a la medicina, que había sido su primera vocación. Después de grandes problemas para que las autoridades comunistas le dieran el visto bueno, logrío al fin publicarla en 1956, aunque había terminado el libro en 1948.

La obra narra la situación de un médico al principio de la segunda guerra mundial, cuando nadie sabía si de veras iba a haber una guerra o implemente se daría por bueno el reparto de Polonia entre alemanes y soviéticos. El joven es enviado a un funeral para representar a su padre y allí vemos las figuras populares del país y su desánimo, con un ambiente de extravió que ya no nos abandonará a lo largo de toda la novela.

Porque esa es la principal virtud de Lem en esta obra: contar hechos más o menos cotidianos dejando la impresión de que el desánimo y la tragedia flotan en el ambiente aunque no suceda nada. Para ello se vale de los locos, que en el psiquiátrico donde acaba trabajando este médico  no son los aullantes internos que podemos encontrar en otros libres, sino gente triste que se pregunta qué les llevó a perder la salud.

El hospital, que sirve también de refugio  algunos personajes importantes de la intelectualidad polca, se va convirtiendo en un lugar de debate donde poco a poco se reúnen algunos de los huidos de las matanzas nazis y rusas, especialmente encarnizadas con los intelectuales polacos y cualquier clase dirigente (o que pudiese organizar la resistencia) y se nos muestra cómo el penbsamiento, la filosofía o la estética misma pueden ser también formas de escapismo ante una realidad que se prefiere no ver.

El ambiente en el hospital se va enrareciendo, y aunque los hechos no llegan a ser trágicos hasta más adelante, predomina el dominio delos paisajes sombríos, las ideas desesperanzadas, narradas con una proisa que parece transmitir el cansancio del que no sabe cómo resistirse a sus circunstancias.

Al final, con la llegada de los alemanes al hospital, se desencadenará un desenlace que no tiene nada que ver conl previstyo, o no al menos para quien llegue a la sutileza de lo que quiere contar Lem y vaya más allá de los simples hechos.

Más que un drama o una novela histórica, estamos ante una novela de ambiente, como la Investigación y, tal vez, las memorias encontradas en una bañera.

 

 

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