Las huérfanas Merle y Junipa son enviadas al canal de los Proscritos como aprendizas de Arcimboldo, constructor de espejos. Comienza la aventura.

En un mundo fantástico que se sitúa en la Venecia del último tercio del siglo XIX con la ciudad asediada por los egipcios, el autor aprovecha sus características de para enriquecer su historia.
Desde la enigmática Reina de la Laguna hasta los leones voladores de piedra (cuyo glorioso pasado se relata en la novela) y los especiales espejos que crea Arcimboldo, todo está relacionado.

La voz del narrador se centra especialmente en el personaje de Merle, al que más conocemos. Mediante sus reacciones y comportamiento se va sabiendo que es leal y valiente (aunque tiene miedo acude a ayudar a Junipa), tiene sentido del humor (en su especial relación con la Reina de la Laguna, de lo mejor de la novela)

Otros personajes (que supongo desarrollará ampliamente en las siguientes partes) son la sensible Junipa y el aventurero Serafín, la Reina de la Laguna (cuya verdadera identidad se desconoce), el legendario león Vermithrax e incluso el Señor de la Luz.

Desde el misterio de los espejos (cómo son creados, lo que hay en el interior del que abandonaron junto a Merle), a la naturaleza de la reina de la Laguna, pasando por los invasores egipcios que apenas se muestran en esta primera novela y llegando al Señor de la Luz y su interés por Junipa, todo ello está relatado de forma a la vez sencilla e ingeniosa, sin grandes alardes y aún así manteniendo la tensión argumental.

En un primero tomo de una trilogía es casi obligado dejar varias tramas a medias, misterios sin respuesta y personajes sin explorar; en este caso también es así, aunque los datos que se dan son suficientes para despertar y mantener el interés por lo que suceda a los personajes y seguir sus aventuras y evolución.