Candance Armstrong, arqueóloga y egiptóloga, recibe la visista del detective Glenn Masters, cuyo padre, también arqueólogo y mentor de la joven, ha sufrido un accidente y sólo habla de la estrella de Babilonia.

Una novela entretenida pese a varios altibajos y errores.

Tiene cosas mal resueltas, como es que la mujer de la limpieza haya ocultado una carta y no recuerde dónde, cuando hubiera sido mejor simplemente posponer el aviso al protagonista.
O que otro de los personajes se pasa cada una de sus apariciones llegando a la conclusión de que será capaz de llegar al asesinato para conseguir sus propósitos, logrando crear, en lugar de un ambiente ominoso, uno absurdo.

Y, para mí lo peor, hacia el final de la novela, el policía se pone a recordar detalles que hasta entonces, por algún motivo desconocido, habían permanecido ocultas en su memoria. Algo absurdo, y más teniendo en cuenta que en un momento dado lee el diario de su madre, donde hubiera sido más lógico que se enterase.

Me parecen errores absurdos y casi increíbles en una autora que lleva tantos años escribiendo como Wood, que debería conocer mejor los trucos de su oficio.

En cuanto a los personajes, tanto Candice Armstrong como Glenn Masters tienen cierta personalidad, aunque sea a veces algo tosca, y motivos para hacer o no las cosas.

El malo, cuya identidad se revela nada más aparecer, tiene una obsesión recurrente que hace anticipar su final y una personalidad enferma, con gran capacidad de autosugestión y transformación de los sucesos a su gusto. Es típico y tópico, pero al menos tiene personalidad.

Por momentos la novela tiene sus toques rosa, con esa atracción instantánea entre la arqueóloga de voz "profunda y aterciopelada" (sobre todo aterciopelada, que él lo nota varias veces) y el policía reservado, manteniendo durante gran parte del relato la conocida "tensión sexual no resuelta" (ella le encuentra intenso, él la ve impulsiva)

La forma de la autora de recordar el pasado se hace en ocasiones confusa, ya que da la información en pequeñas dosis, pero es cosa de acostumbrarse. Peor es el hecho de que el misterio para el lector sea sólo relativo, ya que muchos datos los cuentan el resto de los personajes mientras los protagonistas siguen investigando. Eso le resta interés a la historia.

Hay fragmentos históricos, tres o cuatro, afortunadamente poco extensos, bien escritos y resumidos que hasta pueden resultar más interesantes que la novela en la actualidad.

Y el diario de Lenore, que la autora tiene el buen tino de ahorrarnos casi en su totalidad, reproduciendo sólo algunos fragmentos, aunque pensando en perspectiva se ve que hubiera podido sacarle mayor partido.

En conclusión, la novela tiene errores y aciertos, y un pequeño misterio final que no nos había contado por el camino y que sin ser excesivamente original por lo menos se sale algo de lo habitual en las últimas novelas de este género.

Da la impresión de que con un mínimo esfuerzo la historia podría haber mejorado bastante, pero no es lo peor que se puede leer ahora mismo.