El compromiso es la tercera obra que he leído de este extraño autor ruso, y comparte con las dos anteriores, «los nuestros» y «la maleta» , la estructura fragmentaria, basada en contar pequeñas anécdotas o historias sueltas unidas por un único hilo conductor. En este caso, Dovlatov recorre las peripecias que iban surgiendo con los distintos compromisos que le encargaba el periódico estonio en el que escribía durante la época Breznev, en la Unión soviética.
Aderezadas de humor negro, las historias que conforman este libro son pequeños análisis del espìritu humano, en un momento y un país en el que las malas personas hacen el mal y las buenas personas son «las que hacen el mal, pero en cambio, no lo disfrutan». La burla y la irreverencia brillan a todas horas como una constante universal, mientras el protagonista, alcohólico crónico como el propio autor, va buscando el modo de cumplir con su trabajo al tiempo que no pierde ninguna ocasión para «emborracharse a primera hora de la mañana y tener así el resto del día libre»
Quizás el rasgo que más me haya gustado del libro es lo profundamente enraizado que se encuentra en la tradición rusa, con sus antihéroes patéticos, sus soplones al gobierno, sus locos rematados que se olvidan de toda prudencia, y la solemnidad de e unas instituciones que tratan de imponer respeto a los demás mientras se sienten incapaces de tomarse en serio a sí mismas.
Los encargo que recibe Dovlatov son perlas de concentrado surrealismo: fotografiar a la dueña de la vaca que más leche a ha producido en el país, acudir al entierro de un líder político que no conoce y glosar luego su panegírico, entrevistar a una chica que no tiene nada que decir pero necesita ser entrevistada para poder regresar a su casa… y así sucesivamente hasta completar un conjunto que da a entender que son las gente y no los tiempos ni los regímenes políticos los que verdaderamente moldean el perfil de la existencia.
Bueno y breve. Totalmente recomendable.