Otro original libro del autor de LA LLAVE. También habla de las difíciles relaciones de pareja, aunque se haya compuesto en un tono menos trágico, o al menos no tan trágico en apariencia, sostenido por una voluntad estética que va más allá de la trama, hasta fundirse con una especie de nacionalismo o tradicionalismo que participa en el debate entre el pasado y la modernidad.
La trama, en resumen, trata de un matrimonio que entiende que su relación de pareja ha concluido y que se convence de que la solución más razonable es el divorcio.
Sin embargo, la costumbre de estar juntos y acompañarse en todo, la buena relación de amistad que mantienen, y el miedo a la soledad y la incertidumbre de después, les hace aplazar una y otra vez la decisión para desesperación de un pariente, que constantemente les alienta a que se decidan a dar el paso y no sigan malgastando sus vidas con una convivencia que ni es amor, ni deseo, ni pasión, sino solo comodidad y conformismo. ¿Pero quién puede renunciar a la comodidad a cambio de algo tan inasible como el amor?
Obra sutil y profunda a la vez. Un buen libro, con la lentitud oriental arrastrada consigo, eso sí. Una lentitud que resulta casi más dolorosa en tanto en cuanto no habla de dolor.