[Stiefmütterchen]. Narración de Theodor Storm (Í817-1888), compuesta en 1873; pertenece a la madurez del escritor, el cual del romanticismo de sus precedentes narraciones, llamadas de la «resignación», con sus sentimientos apenas insinuados en una atmósfera idílica, pasa a la representación realista de la experiencia vivida, con la plena expresión épica de los procesos espirituales que afrontan los obstáculos de la vida y a veces los superan victoriosamente.
Aquí el poeta se libera de la obsesión de una circunstancia personal, confesándola poéticamente- La muerte prematura de su primera esposa, Constanza Esmarch, le había obligado a dar una segunda madre a sus siete hijos. Ésta, Dorotea Jensen, largo tiempo se había sentido como una extraña ante aquellos hijos que no eran suyos, pero llena de amor, correspondido por el esposo dolorosamente incapaz de vencer la incomprensión entre sus hijos y la joven madrastra, al cabo de dos años, el nacimiento de una niña había roto finalmente el hielo y aproximado las almas, fundiendo sentimientos y afectos. El mismo drama se desenvuelve en la narración, entre la joven esposa, Inés, que entra en la casa donde persiste el recuerdo de la llorada primera esposa, y la hijita de ésta, Nesi, que lucha entre el amor tenaz hacia su madre muerta y el instintivo por la madre nueva; el padre asiste a la íntima lucha de la una, al triste desaliento de la otra, y no puede hacer nada por ellas; cada cual ama y padece.
Pero una nueva criatura viene al mundo, que por poco cuesta la vida a la joven madre. La angustia y la alegría realizan el milagro; los corazones se recobran, el recuerdo del pasado cesa de ser un obstáculo y entra como elemento de armonía en la vida nueva que ahora se proyecta confiada hacia el porvenir. El jardín que había quedado abandonado por la muerte de la primera esposa, como desierto sagrario, vuelve a florecer, participando en la continuación de la vida y también en el culto de los queridos recuerdos, y en él resuenan las voces alegres de las dos niñas, acompañadas en sus juegos por el fiel custodio del pasado y del presente, el buen perro «Nerón».
El título Viola tricolor, que designa la flor del pensamiento, llamada en alemán «Stiefmütterchen» (término que es también el diminutivo de «Stiefmutter» = «madrastra», evidente alusión a una de las tres figuras dominantes de la novela), simboliza además, con la delicada armo- ‘ nía en la cual los tres colores de esta flor se funden en expresión de gracia pensativa, la fusión de los corazones en medio de la multiplicidad de los sentimientos que luchan entre sí, atentamente analizados y expresados en todos sus matices. [Trad. española de J. Quintana Labart, en el volumen El lago de Immen (Barcelona, 1942)].
C. Baseggio