[Vies des dames galantes]. Obra del francés Pierre de Bourdelle, señor de Brantôme (hacia 1534-1614), publicada en 1665. Constituye una de las más singulares manifestaciones del Renacimiento francés; presenta, con soltura a veces incluso acre y cínica, las costumbres de la nobleza y, de modo particular, las de las damas que son su más típica manifestación.
Brantôme, que había pasado la vida de aventura en aventura, ilustra con espíritu libre los vicios y la corrupción de su época. En un gran número de capítulos sueltos cuenta el escritor, uno tras otro, centenares de casos que conoce, por lo común directamente. Como el tema central es la vida de las damas galantes y la descripción de sus amores, Brantôme recoge sus recuerdos salaces y bizarros en siete grandes discursos, que se ocupan de las damas enamoradas y de sus maridos traicionados, de lo que más sacia el amor, de la belleza del cuerpo, del amor de las viejas, de la honestidad y caballerosidad de los amantes, de la corrección sobre ciertos asuntos y por fin de la variada naturaleza de las mujeres casadas, viudas y doncellas. El carácter más bien psicológico que literario de la narración queda de relieve en la manera como Brantôme alude a ciertos casos conocidos por él. «He sabido u oído contar» y similares son los comienzos de sus presentaciones de tal o cual dama; y siempre las diversas aventuras están contadas con una sonrisa complaciente.
El escritor muestra desprecio por el pecado, pero no deja de poner de relieve todos sus aspectos de soltura y fuerza. La vida galante es para Brantôme la verdadera vida: todo reside en saberla comprender como es debido, sin demasiadas concesiones al vicio, pero también sin inútiles formalismos. Es preciso gozar para sentir plenamente la propia individualidad: en el goce se manifiestan el valor, la rápida decisión, el sentido de responsabilidad. No son extraños a la pasión el honor caballeresco y el amor al riesgo. En sustancia, también las damas participan de una vida espléndida y grandiosa cuando aman verdaderamente y cuando luchan contra el mundo, no por complacencia en el vicio, sino por entereza de alma.
C. Cordié