[Briefe aus der Schweiz, Zweite Abteilung]. Notas de viaje en forma de cartas de Wolfgang Goethe (1749-1832), redactadas en los primeros meses del 1780, publicadas en parte, por primera vez, en la revista «Horen» (v.) de Schiller en 1796, y después reunidas en la edición de las obras de 1808.
Se trata de verdaderas cartas que Goethe se hizo devolver por sus amigos (y sobre todo por Charlotte von Stein), ligeramente retocadas, valiéndose también del diario del «Kammerdiener» (mayordomo) Philipp, que acompañó en su viaje a Goethe y al duque Carlos Augusto. También durante este segundo viaje a Suiza, Goethe visitó a antiguos amigos, entre ellos Lavater, con el cual después había de llegar a una aguda disensión. Pero el itinerario del viaje fue diferente, así como la compañía y, sobre todo, el propósito con que fue efectuado. En lugar de penetrar por Schaffhausen, esta vez Goethe penetró en Suiza por Basilea, y en lugar de ir directamente hacia el San Gotardo (como había hecho la primera vez), dobló a la derecha, hacia la Suiza francesa, tocando en Lausana y Ginebra y cruzando precisamente las regiones de Rousseau, de quien había recibido tanta influencia en la composición de las Cuitas del joven Werther (v.) y para las pocas páginas fragmentarias del primer Viaje a Suiza de 1775 (v. Cartas de Suiza), Precisamente mientras cruzaba estos países rousseaunianos fue quizás cuando pensó en continuar las páginas de su primer viaje de 1775, e influido por estos recuerdos al cruzar los países del autor de la Nueva Eloísa (v.), en 1796, proyectó escribir la novela wertheriana y mandársela a Schiller.
Mandó en cambio estas veinticinco cartas del segundo viaje del 1779, cuya parte más bella es sin duda la referente a la ascensión al Gotardo, efectuada junto con el duque, de quien Goethe era preceptor hacía algunos años. Precisamente por esta incumbencia, llena de responsabilidades (en una carta a Charlotte von Stein, Goethe dice que hubiera sido más atrevido aún en sus ascensiones a no haber temido por la vida de su discípulo); por las experiencias hechas en Weimar en las altas funciones de la administración de aquel pequeño Estado; por el gradual proceso de maduración que se efectuaba en su espíritu todavía juvenil y lleno de fervor y atrevimiento, aunque éste ya muy alejado de las intemperancias de los años anteriores a Weimar y de los primeros años en esa corte, el espíritu con que fue conducido aquel viaje había cambiado mucho en comparación con el del primero. Observaciones agudas, pero también de tono realista, sobre las personas y las cosas; noticias de carácter científico, ya frecuentes en aquellos años, sobre la geología del país visitado; descripciones, a veces hasta demasiado abundantes, y con exactitud de detalle casi pedantesca.
Mas para hacer vivo y poderoso, en escorzos, en fulgores, el cuadro de la naturaleza, las características de los animales (los mulos), el aspecto de las personas (los padres capuchinos en el convento de San Gotardo, los guías alpinos, los conductores de los mulos), poseía aquella inspiración poética, aquel sentido de la fusión de la misteriosa naturaleza con el destino de los hombres que, precisamente durante este segundo viaje a Suiza, ofreció tema para algunas de las más bellas poesías de Goethe, por ejemplo el «Canto de los espíritus sobre las aguas». [Trad. española de Rafael Cansinos Assens en Obras completas, tomo I (Madrid, 1950)].
B. Tecchi