Llegó muy tarde a casa. Las luces de la calle estaban todas apagadas. A ella no le extrañó nada porque más de una vez había ocurrido lo mismo. Sacó del bolsillo la llave de la puerta y la metió en la cerradura. No se abre, dijo tras hacer dos o tres intentonas. Padre la habrá dejado puesta antes de irse a dormir. Entraré por el garaje. Siempre llevo en el bolso el mando a distancia del túnel y una llave de la puerta de hierro por si acaso. Siempre que salgo de noche, me ocurre alguna. Recuerdo la noche del baile de la fiesta mayor del pueblo; cuando regresé a casa me encontré a papá esperándome fuera en la calle, delante de la puerta, borracho como una cuba, y empezó a insultarme a voces hasta que los vecinos se despertaron y lo convencieron para que se volviera a la cama a dormir la mona. La chica se pidió calma a sí misma. Es mejor que lo olvides; recuerda por otra parte que todo acabó bien gracias a Dios. Luego añadió: Espero que hoy acabe por lo menos igual que entonces. Y echó a caminar hacia el final de la calle, donde se hallaba la puerta del túnel. Poco antes de llegar, la chica accionó el mando a distancia y la puerta, tras un crujido inicial, empezó a moverse con ruidos espasmódicos. Cuando llegó a ella había un espacio suficiente para poder pasar por debajo. Descendió por la rampa y recorrió el espacio que la separaba de la puerta del garaje individual en medio de un silencio casi absoluto, sólo roto por el ruido de sus pasos y el de la puerta general que iniciaba su cierre con sus peculiares ruidos espasmódicos. La chica metió la llave en la cerradura y luego tiró del borde inferior hacia arriba para franquear el paso. No había luz tampoco en el garaje. Y ahora esto. Y encendió el móvil para utilizarlo como linterna. Bajó la puerta de nuevo y se dirigió, con el móvil en ristre, hacia la puerta de incendios que comunicaba con la vivienda. Movió el pomo varias veces sin que la puerta cediera. Lo que faltaba. También esta puerta tiene la llave dada. Pero es lógico. Papá por las noches, antes de irse a dormir, tiene la costumbre de cerrarla. No sé cómo no he caído en la cuenta. ¿Y ahora que hago? ¿Y si a papá le ha pasado algo? Desde que mamá se fue, ha perdido muchas facultades ¿Cómo arreglo la situación? Se golpeó la frente. Sólo me queda una cosa: llamarlo por el móvil; me da mucha pena despertarlo, pero no hay otro modo de que baje a abrirme esta puerta. Y lo llamó. El padre despertó sobresaltado. ¡Vaya, mi hija vuelve a las andadas! Desde que se mató en accidente de coche tras una noche de marcha, no me deja vivir. Ahora aparecerá su madre a inundarme la cama con sus lágrimas.