Compuestos en 1827, los dos Tríos para piano, violín y violonchelo de Franz Schubert (1797-1828) se sitúan entre las últimas obras de música de cámara del autor de la Sinfonía incompleta (v. Sinfonías de Schubert).
Aunque menos conocidos por los amantes de la música que los Quintetos, no por ello dejan de figurar entre las obras maestras y más inspiradas de Schubert. El primer movimiento del Trío en si bemol presenta un tema brillante, cuya naturaleza contrasta con el desarrollo que sigue. Éste está ya señalado por un lirismo muy romántico, pero atenuado por una expresión de abandono a veces encantadora y que recuerda ciertas melodías en las que la melancolía se une al pensamiento intensamente dramático. El «Andante un poco mosso» es la expresión misma del temperamento de Schubert; se encuentran aquí, con más equilibrio que en el movimiento precedente, sus oposiciones de pensamiento (encanto, ternura, dolor punzante, sobresaltos) que, maravillosamente ordenados, llegan a formar un todo notable en el conjunto. El «Finale» sorprende por la libertad de su ritmo: se encuentra aquí claramente un cambio de compás de 2/4 a 3/2 cuyo efecto maravilla.
Las búsquedas de instrumentación son asimismo de una gran habilidad (manteniéndose la partitura del piano constantemente en el agudo, con lo que se pretende dar la impresión de ligereza al discurso musical). La armonía, a veces audaz, subraya el carácter irreal de la expresión profundamente sensible de la obra. El segundo Trío en mi bemol ofrece un carácter muy distinto del anterior. Es una obra cuya composición — aun siendo contemporánea de la del Trío én si bemol — tiene una factura mucho más clásica. El primer movimiento recuerda, por su forma, ciertos Cuartetos (v.) de Beethoven, y el «Andante» alcanza una amplitud y una gravedad características de la técnica del autor de la Sonata patética (v. Sonata para piano op. 13).
La composición en esta partitura es particularmente rica y equilibrada, tanto desde el punto de vista del desarrollo de los valores armónicos como en lo que respecta al tejido instrumental. El «Finale» ofrece un contraste que se impone por la sorpresa.