Tratado de Vita Beata, Juan de Lucena

Obra del literato español Juan de Lucena (m. 1506) publicada por primera vez en Zamora en 1483 y luego en Burgos en 1499 y 1502. En la primera edición hay un epígrafe que dice: Aquí contenga un tratado en estillo breve, en sentencia no solo largo, mas hondo e prolixo, el cual ha nombre Vita Beata, hecho e compuesto por el honrado e muy discreto Juan de Lucena… intitulado al serenísimo príncipe e glorioso rey D. Juan el Segundo, en nombre de Castilla, de inmortal memo­ria.

A juzgar por la dedicatoria y por estos hechos, la obra debió de escribirse entre 1452 y 1453, si bien en ella se mencionan suce­sos ocurridos en 1455, lo que hace suponer que luego de escrita fue modificada. Está escrita en forma de diálogo, y en ella figu­ran como interlocutores Iñigo López de Mendoza, marqués de Santillana; Alfonso de Cartagena, obispo de Burgos, y Juan de Mena, cronista del rey. Dialogan acerca del tema de la felicidad. Estudiando la vida activa y la contemplativa, recorren las di­versas condiciones humanas, para terminar con la afirmación de que en este mundo no existe la verdadera dicha. La obra de Lu­cena es interesante no sólo por la pintura exacta del carácter de aquellos personajes, sino también por las consideraciones mora­les que en el transcurso de la misma hace, que demuestran la influencia de Séneca y de Boecio. El Tratado de Vita Beata resulta una adaptación o traducción libre en prosa castellana del Dialogus de felicitate vitae (1445), de Bartolomé Fazzio, dedicado al hijo de su protector Alfonso V de Aragón.

Sin embargo, como afirma Amador de los Ríos, aún tiene muchas cosas originales como la nota de la afición de los españoles a pullas y motes; la calurosa defensa de los judíos conversos, puesta en boca de Alfon­so de Cartagena; la sátira del elemento popular contra todos los estados. Ticknor afirma que él Tratado de Vita Beata es una simple imitación del libro De Consolatione. Él estilo de Lucena es el propio de la época en que escribió: artificioso y culto, pero es notable su parquedad en las citas de erudición, la viveza de las descripciones y la dignidad con que el autor expresa sus sentimientos. En la Biblioteca Nacional exis­te un manuscrito de la obra firmado por su autor en 1464 y con notas de un desco­nocido. Su nombre figura en el Catálogo de Autoridades de la Academia Española.

Un buen texto del lenguaje castellano. (Paz y Meliá)