Tratado de Sociología General, Vilfredo Pareto

[Trattato di Sociología Generale]. Obra de Vilfredo Pareto (1848-1923), publicada en Florencia en 1916. Llevada a cabo con un método inductivo, sin conceptos «a priori», se refiere al conocimiento de las formas sociales a través de la observación de las acciones humanas, de los estados de ánimo que corresponden a las mismas y de las maneras de manifestarse estos estados de ánimo.

Es fundamental la diferenciación en­tre acciones lógicas y no lógicas: lógicas son aquellas que utilizan medios apropiados a su fin, relacionando lógicamente los me­dios con el fin; no lógicas, las demás. Para que una acción sea lógica no basta que haya conexión lógica entre la acción y el fin, únicamente en el sujeto agente, sino también en las comparaciones de «aquellos que tienen conocimientos más extensos», de donde pueda llamarse lógica ya subjetiva, ya objetivamente. Las acciones no lógicas (de las que no se ha dicho que sean iló­gicas) tienen gran importancia en la vida social, teniendo además un mayor o menor matiz lógico. Solamente en los pueblos civi­lizados y libres de creencias más o menos ingenuas, las acciones lógicas son numero­sas en el campo de las artes y de las cien­cias. Las acciones no lógicas parecen lógicas a los que las realizan o construyen teorías sobre las mismas: algunas teorías relativas a conceptos generales, como religión, moral, derecho natural, son un «cúmulo de nece­dades».

Sin embargo no se ha dicho que la verdad experimental y la utilidad social de una teoría deban coincidir: una teoría falsa experimentalmente, norma de acciones no lógicas, puede ser útil socialmente. En mu­chas teorías sociales de tipo no lógico, pero que no hacen intervenir abiertamente prin­cipios apriorísticos, hay una parte (a) cons­tante, intuitiva, no lógica, expresión de cier­tos sentimientos humanos; está unida a otra parte (b) que constituye el esfuerzo de «logicizar» propio del hombre. El elemento «a» corresponde a ciertos instintos de los hom­bres; el elemento «b» corresponde al trabajo de la mente. Por consiguiente, en un fenó­meno compuesto entran como componentes los fenómenos del primer grupo (residuos) y los del segundo (derivaciones). Los residuos, correspondientes a determinados ins­tintos de los hombres, pueden dividirse en seis clases: instinto de las combinaciones; persistencia de lo adquirido; necesidad de manifestar los sentimientos con actos ex­ternos; residuos en relación con la sociabi­lidad; integridad del individuo y de sus dependencias; residuo sexual.

Ya que los hombres se dejan llevar de una manera es­pecial por los sentimientos, es decir, por los residuos, las derivaciones tratan de dar un aspecto lógico a las acciones no lógicas, argumentando a base de los sentimientos, más que a base de verdades logicoexperimentales. Las derivaciones están a su vez agrupadas en cuatro clases: afirmaciones, autoridad, concordancia con sentimientos o con principios, pruebas verbales. El autor considera ampliamente cómo obran los resi­duos y las derivaciones, y no sólo la rela­ción que hay entre el obrar de los residuos y de las derivaciones y la utilidad social, poniendo de relieve el influjo de la práctica (residuos) que predomina sobre la teoría (derivaciones). Por eso mientras que en economía se estudia a los hombres movidos por los deseos que quieren satisfacer y para los que encuentran obstáculos, en el estudio de la ordenación y del equilibrio sociales (análo­gos a los económicos), la observación es más compleja entre los elementos que determinan la estructura de la sociedad.

Y se examinan las consecuencias politicosociales de tales interdependencias. El último capí­tulo quiere mostrar una comprobación ex­perimental de las teorías ya expuestas, a base de citar hechos históricos. La obra, si bien muestra la vasta erudición y la agu­deza analítica de Pareto, da, sin embargo, lugar muchas dudas, ya por el sistema empleado, ya por las consecuencias a las que llega (relativismo social). La teoría de los residuos, que abarca elementos hetero­géneos (racionales, psíquicos, psicoanalíticos, etc.) y que debería explicar la anato­mía y la fisiología de la sociedad, tiene ver­daderamente un valor muy discutible, en cuanto que es la resultante de simples ob­servaciones que no penetran, voluntaria­mente, en la profundidad, y con frecuencia están arbitrariamente impuestas y condu­cidas, por basarse en erróneos apriorismos positivistas.

F. Feroldi