[Traité du beau]. Obra filosófica del suizo Jean-Pierre de Crousaz (1663-1750), publicada en 1714 y en una nueva edición aumentada en 1724.
Como buen cartesiano ecléctico, el autor trata de conciliar diversas exigencias: la racionalidad de las concepciones y la idea, de fuente agustiniana, de la virtud y de la belleza entendidos como suprema armonía. La obra, en forma de tratado [Traité du beau, oü l’on montre en quoi consiste ce que l’on nomme ainsi, par des exemples de la plupart des arts et des Sciences], quiere definir lo bello en todas sus formas, cierto o imaginario, en la naturaleza o en las artes y las ciencias. La Belleza es un término relativo, y no absoluto, como dicen muchos: expresa la relación de los objetos que llamamos bellos con nuestras ideas y sentimientos, de manera que para establecer la idea de la belleza hay que considerarla en todos sus detalles.
Partiendo de la necesidad de juzgar racionalmente la idea general de la belleza, podemos afirmar que el espíritu ama la verdad bajo todos los aspectos y la armonía de las partes, el orden y la regularidad tanto en la naturaleza como en las obras de los hombres. Estos caracteres naturales y reales son la base para entender dignamente lo bello, que se nos manifiesta en todo su esplendor en las artes y en las ciencias, entre las cuales también está la historia; singular parece la idea de que una hipótesis científica puede ser «oscura sin dejar de ser bella». Grande es la influencia de la belleza sobre los sentimientos, que pueden ser inspirados hacia el bien por la misma armonía tranquilizadora con que las partes de una obra se muestran en toda su proporción. Fundamental es en De Crousaz la observación de que variedad, unidad, regularidad, orden y proporción son las ideas según las cuales la belleza se puede explicar y discutir, mientras lo que se refiere al gusto y al entusiasmo, o al sentimiento, no se puede analizar filosóficamente o considerar científicamente.
Negando a la fantasía su valor dominante y necesario en la formación de la obra de arte, el autor se detiene a caracterizar los modos de las artes y de las ciencias; en la segunda edición suprimió una parte, demasiado genérica, sobre la música, sustituyéndola por ún amplio capítulo sobre las bellezas de la religión. En su conjunto, la obra es uri tir pico documento del intelectualismo del siglo XVIII, en particular de fuente cartesiana.
C. Cordié