[Traite de physique]. Obra del físico cartesiano francés Jacques Rohault (1620-1675), publicada en dos volúmenes en París. Dos traducciones en latín atestiguan el aprecio que alcanzó entre los sabios de su tiempo. No tanto por la originalidad de las experiencias como por la racionalidad de las expresiones y el orden metódico, pudo considerarse como uno de los primeros tratados de física experimental, entonces materia de enseñanza independiente de la filosofía y susceptible de ser tratada y desarrollada según métod
os e instrumentos sabiamente ensayados en aquel tiempo por los académicos «del Cimento» (1657-1667). Según el autor, el camino seguido hasta entonces por los filósofos en la exposición de las cuestiones de física era defectuoso por varias razones que expone en el Prólogo: «La première, est ce grand crédit qu’on a toujours donné aux anciens dans les écoles… La seconde chose qui empêche le progrès de la Physique, est qu’on la traite trop métaphysiquement, et qu’on ne s’arreste souvent qu’à des questions abstraites… A quoy bon, par exemple, ces longues et subtiles disputes touchant la divisibilité de la Matière… ne suffit-il pas de connaître qu’elle se peut diviser en des parties assez petites, pour servir à tous les besoins qu’on peut avoir? Il est bon sans doute de rechercher la nature du mouvement… Mais sans perdre trop de temps à décider cette question et autres semblables, je voudrois qu’après s’être un peu arresté sus la notion générale du mouvement, l’on examinât au détail et dans le particulier toutes les propriétés… Un troisième défaut… est que quelques uns veulent toujours raisonner, et se fient tellement aux raisonnements, sur tout quand ils les ont empruntez des Anciens, qu’ils ne veulent faire aucune expérience… Le quatrième défaut que j’ay remarqué dans la méthode des Philosophes, est qu’ils ont négligé les Mathématiques jusqu’à tel point que dans les écoles on n’en enseigne pas mesme les premièrs Éléments…».
Éstos son, por así decirlo, los argumentos negativos presentados por Rohault para iniciar su trabajo, distribuido en cuatro partes. La primera ocupa todo el volumen primero y está subdividida en 35 capítulos, en los cuales después de haber expuesto el objeto de la física, el modo de discurrir en la física y los principios que lo regulan, pasa a tratar los siguientes asuntos: divisibilidad de la materia; el movimiento, su composición, reflexión y refracción; elementos químicos; los cuerpos sólidos y líquidos; el calor; sabores; olores; sonido; luz, descripción del ojo; lentes; espejos. La segunda parte, dividida en 28 capítulos, está dedicada a la cosmografía y a las mareas. La tercera parte, en dieciséis capítulos, trata de la tierra, del aire, del agua, de las sales, de los minerales, de la piedra imán, de los fenómenos meteorológicos, de la electricidad y del iris, etc. La cuarta parte, en veinticinco capítulos, explica las nociones sobre el cuerpo humano y sobre las funciones de los varios órganos.
Rohault merece un puesto y no de los últimos entre los que en aquel período del renacimiento científico estimularon no sólo a preparar nuevas experiencias y descubrimientos, sino también a reorganizar esta ciencia que se disponía a asumir una importancia esencial en la enseñanza. Aunque hoy esté casi olvidado, tuvo en su tiempo notable nombradla. Ciertamente, en esta obra prevalece aún el contenido especulativo racional sobre el práctico experimental y si bajo el primer aspecto nos puede interesar más que la lectura de los Ensayos de experiencias naturales (v.) de la Academia «del Cimento», éstos la superan con mucho por el contenido original de la investigación experimental.
P. Pagnini