Tratado de Arquitectura del Magnífico Señor Alvise Cornaro

[Tratatto di architettura del magnifico messer Alvise Cornaro]. Dos códices apógrafos, fragmentarios, se conservan en la Biblioteca Ambrosiana de Milán, y corresponden a una primera y a una segunda edición preparada para la impresión, que después no fue realizada.

La transcripción del siglo XVI parece debida al compilador Pinelli. A la edad de setenta y cinco años, Alvise Cornaro (1475-1566) se siente inclinado a difundir el fruto de am­plias experiencias largamente maduradas. Pero está lejos de su ánimo toda pretensión de rigor preceptista, pues él se subordina a finalidades esencialmente prácticas. Por esto el Tratado está destinado «a los ciudadanos y no a los arquitectos», y descuida las cues­tiones de urbanística y las demás concer­nientes a los edificios públicos. Pero los que desean construir es necesario que sean de­bidamente informados de lo que se requiere al hacerlo. El conocimiento trae consigo el deleite y el impulso a la acción; así le enseñaba a él la experiencia. El creador de la Loggia y del Odeon Carnaro de Padua, se convierte, pues, en heraldo de la nueva edificación vivificada por el espíritu del arte de Falconetto.

El espíritu de clasicismo erudito que anima este arte, los recursos a modelos arqueológicos evidentes no preocupan de modo exclusivo al tratadista; por lo menos, no tanto como se ha dicho. Él opina que el texto de Vitruvio está «corrom­pido y mutilado», sus locuciones son oscuras, y declara resueltamente: «más he aprendido de los edificios antiguos que de su libro». Además, reconoce que la «venustas» no es exclusiva de los órdenes clásicos, y señala como ejemplos las basílicas medievales de San Marcos en Venecia y de San Antonio en Padua. La arquitectura no es solamente un arte, sino también una práctica que está sometida a determinadas leyes; a la ciencia de las construcciones se une la preocupa­ción por lo práctico: «yo alabaré siempre más la construcción honradamente bella, pero perfectamente cómoda, que la bellísi­ma e incómoda». Máxima ésta, con otras que encontramos en el Tratado, que sólo puede ser comprendida rectamente relacionándola con la serena arquitectura vinculada a la pareja Cornaro-Falconetto, que felizmente se incorpora a la arquitectura veneciana, precursora de Palladio.

C. Baroni