Tieste, Ugo Foscolo

El mito de Tiestes inspiró también la tragedia de Ugo Foscolo (1778-1827), Tieste, compuesta en 1796 y estrenada el año si­guiente en Venecia.

Se trata claramente de una obra de espíritu juvenil,, exaltado por la reciente lectura de Alfieri y por un indis­tinto fuego pasional que podía expresarse mejor en las páginas contemporáneas de las últimas cartas de Jacopo Ortis (v.). Foscolo renueva el mito imaginando que Tiestes, expulsado por su hermano Atreo, por ha­berlo sorprendido con su mujer Aeropa, es atraído mediante un engaño a Argos por la noticia, de intento difundida, de que Aeropa, repudiada y perseguida, está a punto de morir por orden del tirano. En Argos, su madre Hipodamia y Aeropa, lacerada por los remordimientos, le hacen saber que de su adulterio le ha nacido un hijo, custodiado por Atreo, quien se niega a devolverlo a la infeliz madre suplicante: Atreo lo sorprende en su escondrijo y lo hace detener con Ae­ropa, pero ante los ruegos de su madre, finge reconciliarse con él, el cual arrepen­tido le pide perdón por su falta, y que pueda salir de Argos con la mujer amada y con su hijito.

Traen el cáliz de la reconciliación, pero cuando Tiestes lo acerca a sus labios observa que no contiene vino sino sangre, la sangre de su hijo, a quien Atreo ha hecho cortar las venas, y maldiciendo a su her­mano, se quita la vida, mientras Aeropa, transida de dolor, cae desmayada. En este centón de imitaciones alfierianas, especialmente del Polinice (v.) y del Orestes (v.), los caracteres de los personajes carecen de clara fisonomía y coherente desarrollo; pero, además de algún acento de Hipodamia, la desventurada madre, y de Aeropa, víctima de opuestos sentimientos, es digna de obser­vación la figura de Tiestes, que en su des­gracia hace pensar, más que en el horror del mito antiguo, en la sentimentalidad pre­rromántica, y que se yergue frente a Atreo como campeón de los débiles contra las injusticias sociales, particularidad política conforme a los sentimientos de Foscolo y de sus amigos de aquellos tiempos, lo que con­tribuyó, entre otras causas, al éxito de esta débil tragedia.

M. Fubini

…parece sustraerse también al definitivo juicio de la posteridad, que no sabe si fue un ángel o un demonio, un librepensador o un lacayo encubierto. (Cantù)