Con esta denominación, adoptada por el uso, se conoce la serie de poemas y fórmulas de contenido magicorreligioso, cuya primera edición es debida a P. Lacau y la más reciente y ampliada a De Buck.
Se encuentran escritos en jeroglíficos cursivos en las paredes de los sarcófagos egipcios del Reino Medio (siglos XXI-XVII a. de C.), en número variable, a menudo en fragmentos, según la superficie del sarcófago destinada a dicho fin, la clase social del difunto, las diversas tendencias del templo, la popularidad de los textos o, incluso, el capricho del recopilador, sin que se observase ninguna norma fija. Las fórmulas y los poemas constituyen la literatura funeraria de transición entre los Textos de las Pirámides (v.) y el Libro de los muertos (v.), Incompletos y fragmentarios, son interesantes porque transmiten noticas preciosas sobre divinidades, la ultratumba y la vida que llevan allí los difuntos, y sobre concepciones completamente nuevas respecto a los Textos de las pirámides, considerados más antiguos.
La divinidad máxima de la época es Ríe, el dios sol, rey del cielo, a cuya corte entra el difunto como dependiente o como seguidor. Son frecuentes las menciones de Osiris, de su mito y de las divinidades relacionadas con él. El mismo difunto puede ser comparado a Osiris y puede personificar las vicisitudes de su pasión y resurrección. A principios del Imperio Nuevo (desde el siglo XVII a. de C.), resultando insuficiente la superficie del sarcófago para los fórmulas y poemas, paulatinamente modificados y aumentados en número y longitud, se extendió la costumbre de copiarlos, preferentemente, en un rollo de papiro, que solía colocarse en el sarcófago, junto al difunto; ésta es la redacción de textos mágico religiosos conocida bajo la denominación corriente — aunque impropia — de Libro de los muertos.
E. Scamuzzi