Teosofía de Rosmini

Obra póstuma de Antonio Rossini Servato (1797-1855), publi­cada en cinco volúmenes en 1859-74. Para el autor, la metafísica o «estudio del ser considerado en su integridad» se reduce a dos ciencias: la psicología y la teosofía.

En 1852, después de haber publicado la Psico­logía (v.), el autor se aprestó a componer la segunda, sobre un antiguo esbozo modi­ficado. Pero sólo alcanzó a redactar la pri­mera parte, la «Ontología»; las otras dos partes, es decir, la «Teología racional» y la «Cosmología», se conservaron tal como esta­ban en la primera redacción. Para llenar el vacío, los editores de la obra, Francesco Paoli y Vicenza De-Bit, procuraron inter­calar las partes que habían quedado como fragmentos de aquel amplio estudio, esto es, la «Idea», la «Dialéctica», el «Ensayo his­tórico crítico sobre las categorías», lo «Real» y lo «Divino en la naturaleza», en los que se muestra que el elemento divino en la naturaleza es el «Ser ideal»; no «Dios» ni la naturaleza misma, como creen «todas las idolatrías científicas y vulgares», sino una «pertenencia divina».

De esta amalgama nació la obra, en la cual la segunda y la tercera parte son las más defectuosas (volú­menes IV y V), mientras la primera parte, la «Ontología» (vol. I-III) es la más com­pleta. Rossini solía decir que la Teosofía había dado plena satisfacción a su sistema; en verdad, aunque defectuosa, se trata de una síntesis vastísima y poderosa, en la que la idea fundamental del autor sobre el ser ideal comprendido en forma abstracta por nuestra mente, revelación del Ente real concreto, «verdadera luz que ilumina a todo hombre que viene al mundo», recibe su más extensa aplicación. Trata de demostrar que el Ser es necesariamente uno y trino, prin­cipio, comienzo, virtud y causa de aquella multitud de entes que, sin ser el «Ser», «son» en realidad porque participan del Ser bajo una u otra o todas sus tres formas, real, ideal y moral, en las que se halla íntegramente como algo uno, perfecto y absoluto.

En qué consiste esta participación queda explicado por el intento de remover las más graves y terribles antinomias que se plantean al pensamiento del filósofo, es­pecialmente la de la unidad y la pluralidad del ser; problema que el autor halla en Fichte, perjudicado por el prejuicio subjetivista, y mal planteado por Schelling y «por su discípulo» Hegel; él trata de resol­verlo con su sistema de la «identidad dialéctica», por la que «todas las cosas conver­gen en una cierta esencia concebida por la mente… que se puede predicar de todas; y esta es el ser, bajo los dos conceptos de virtual y de inicial», que se concilia con la multiplicidad. Toda la obra, con su esfuerzo dialéctico para evitar los escollos y las acu­saciones de «nulismo», y, en sentido opuesto, de «panteísmo», de «realismo» y de «kantis­mo» opuestas al sistema rosminiano, repre­senta una poderosa tentativa metafísica, si bien en una atmósfera demasiado rarifi­cada y demasiado alejada del ambiente mo­derno para poder constituir algo más que un documento de la «necesidad que tiene la mente humana de reducir a unidad todas las cosas» y de la fatalidad en que se halla de reconocer «que sabe que no sabe» lo que somos; de ignorar «la ciencia del espíritu».

G. Pioli

Rosmini es el filósofo de mi mente. (Manzoni)