Sonetos Sacros de Donne

[Holy Sonnets]. Poesías sacras compuestas por John Donne (1573-1631), publicadas postumas en 1633. Después de entrar, como última fase de su parábola espiritual, en el estado ecle­siástico, pero siempre presa de una afligida aridez que daba entrada al racionalismo religioso, Donne, antes de la muerte de su joven mujer, no había probado una emo­ción que le macerase el corazón y le hi­ciese al menos hallar, en la fuerza del do­lor, la alegría del llanto. Para él la muerte no es ya el dilema entre el «ser o el no ser» de Biathanatos (v.), sino el anhelo de reunirse en la tumba con su amada; ante el obstáculo pavoroso, le asustan su impu­reza y falta de preparación para el gran viaje. «Ésta es la última escena de mi dra­ma… Consuélame ahora Tú, que me has creado, porque mi fin se aproxima. Yo no oso volver a ningún lado mis turbios ojos; tal espanto proyecta dentro de mí la deses­peración ante la muerte. Tú estás en lo alto, y cuando me es dado mirar hacia Ti, sólo entonces me consuelo… Tú puedes, como el imán, atraer mi corazón de hie­rro…»-

El terror de que sea tarde es la nota dominante en los Sonetos. «Deja, oh Dios, que me lamente algún tiempo; aquí, en este humilde suelo enséñame la vida del arrepentimiento; que cuando ya este­mos allá, será demasiado tarde para pedir tu gracia… Como en mi idolatría yo dije a mis amantes profanas: ‘La belleza es sólo un signo de piedad, y la fealdad de rigor’, así te digo yo ahora que este tu bello semblante es garantía de piedad. Par­te en trozos mi corazón, oh Dios, despedázame, arruíname, quémame, renuévame… Ardientemente te amo, y quisiera ser amado, pero soy el prometido de tu ene­migo; divórciame, libérame del vínculo, rompe el nudo que me une a él; aprisióname, que si Tú no me esclavizas, nunca podré ser libre, ni seré nunca casto si Tú no me raptas». Se oye en estos y en los demás Sonetos sacros el grito del alma, en un estilo no amanerado, sino simple y directo, y en acentos tan elevados, que a veces dejan sentir resonancias místicas (bajo ciertos aspectos hacen pensar en los sonetos sacros de Miguel Ángel), aun per­maneciendo siempre dentro de la introspec­ción psicológica, y dominando el temor y el remordimiento sobre el amor.

G. Pioli

Donne creó el lenguaje inglés que mejor se adapta para transmutar las emociones re­ligiosas en poesía; el lenguaje en el que seculares representaciones pueden elevarse a significado religioso, y las abstracciones religiosas pueden reducirse a metáforas. (G. Williamson)