Sobre los Derechos del Hombre, Nicola Spedalieri

[Dei diritti dell’uomo]. Obra de Nicola Spedalieri (1740-1795), publicada en 1791 en Roma, aunque con la falsa indicación de Asís, con el intento de conciliar la doc­trina católica con los principios enciclopedistas extendidos en aquellos tiempos por la Revolución francesa. La obra, demasiado amplia, se compone de seis libros. En el primero, el autor, partiendo de premisas eudemonistas y prescindiendo de toda pre­ocupación religiosa, demuestra cómo de la inclinación del hombre a la felicidad se derivan algunos derechos fundamentales que deben respetarse ya que son estableci­dos por la naturaleza. Explica así la gé­nesis de la sociedad humana y del estado, acercándose a Rousseau al dar a la socie­dad una base contractual, si bien con la di­ferencia de que, mientras para el ginebrino el contrato es un acto voluntario, para el italiano es necesario y deseado por Dios. Spedalieri funda también el estado sobre la soberanía popular: «La verdadera sobe­ranía no puede ser sino la expresión de la mente, la voluntad y la fuerza del pueblo»; el príncipe es un delegado del pueblo y éste puede rebelarse cuando aquél viole sus más grandes deberes; Spedalieri llega casi a justificar en casos concretos el tira­nicidio. En el segundo libro examina, si bien juzgándolos insuficientes, los medios naturales más adecuados para el manteni­miento de la sociedad, así como la legis­lación y la educación, los premios y los castigos que pueden actuar como estímulos o como frenos sobre el natural egoísmo hu­mano.

Son igualmente insuficientes las doc­trinas ateas, materialistas o escépticas (li­bro III), como fuentes de todo mal. Pero el enemigo más temible es el deísmo pro­fesado por los seguidores de la religión na­tural (libro IV): hace promesas que no acierta a mantener, degenerando en el ateísmo. Tan sólo el cristianismo católico se halla en condiciones de mantener aque­llas promesas; Spedalieri explica los diver­sos aspectos doctrinales y prácticos del mis­mo a fin de demostrar su superioridad respecto a las teorías precedentemente exa­minadas, así como sus benéficos efectos en la vida civil, en la moralidad, las artes y las ciencias (libro V). En el sexto y úl­timo libro se pregunta, a modo de conclu­sión, «qué proyecto conviene en las pre­sentes circunstancias», y contesta afirmando que tal proyecto consiste «en hacer que vuelva a florecer la religión cristiana». Para que ésta triunfe, considera necesaria la lucha contra algunos de esos mismos prin­cipios de libertad que en principio había defendido, y manifiesta su aversión al jansenismo, así como a la política regalista de los príncipes reformistas. Por tales mo­tivos la obra fue objeto de diversas inter­pretaciones y juicios: disgustó a los demó­cratas y a los reaccionarios, y estos últi­mos se esforzaron inútilmente en conseguir que fuese condenada por la Iglesia; todavía hay quien ve en Spedalieri un revoluciona­rio disfrazado de legitimista, y con mayor fundamento, un legitimista con ropas li­berales, un continuador del pensamiento de la Contrarreforma y un precursor de Joseph de Maistre.

A. Norsa