[On the Constitution of the Church and State]. Breve tratado en prosa del poeta y pensador inglés Samuel Taylor Coleridge (1772-1834), publicado en 1830. El autor considera el hecho religioso, que para él se identifica con el Cristianismo, y el hecho político como dos actividades netamente separadas. Pero esta separación no tiene que impedir que todas las manifestaciones de la vida, y por ello también las políticas y sociales, lleven la huella del espíritu cristiano. De la misma manera, aun reconociendo que el estado no puede menos que perseguir mayor potencia y preocuparse sólo de sus intereses particulares, respecto a las demás naciones, es decir vincularse excesivamente a los principios éticos, Coleridge quiere que la actividad política sea regulada por normas morales y, en lo que se refiere a la conducta hacia los demás estados, quiere que se salven las apariencias.
En la política interior, reduce la intervención del estado al mínimo indispensable, dejando la mayor libertad a la iniciativa de los individuos. En fin, la evolución que la vida y la estructura del estado tienen que sufrir, al igual que cualquier otra manifestación humana, ha de realizarse, según el parecer del autor, con cambios graduales y naturales, excluyendo las revoluciones. De admirador de la Revolución Francesa, Coleridge había llegado a ser, por influencia de Burke (v. Reflexiones sobre la Revolución Francesa) un hombre de tendencias conservadoras que en este pequeño tratado tuvieron su más completa expresión. Sobre la Constitución de la Iglesia y del Estado es una de las últimas obras de Coleridge y se aúnan en ella algunos de los principales resultados de su pensamiento político y religioso. Pero demuestra que tampoco en sus años más avanzados pudo llegar Samuel Coleridge a una sistematización y cohesión filosófica. Nunca llega a establecer una distinción neta entre actividad ética y actividad política, quedando en el estado de una difícil conciliación que llega a los términos medios de una posición de compromiso, típica de la inminente edad victoriana. Aunque, bajo otros puntos de vista, las ideas de Coleridge anticipan ciertos principios del liberalismo del siglo XX.
S. Rosati