Sistema de Filosofía de Lotze

[Sys­tem der Philosophie]. Obra del filósofo Rudolf Hermann Lotze (1817-1881). La pri­mera parte, «Lógica», fue publicada en 1874; la segunda, «Metafísica», en 1879. Ya en 1843 Lotze había publicado una Lógica con la cual intentaba iniciar una reforma de esa ciencia: esta tentativa fue proseguida en la primera parte del Sistema de Fi­losofía. Según Lotze, no es cometido de esta ciencia dar sugerencias para pensar: no es una «tecnología» del pensar. La teo­ría de las formas universales del pensa­miento constituye el contenido de la lógica pura. Lotze se revuelve contra el psicologismo y, por lo tanto, rechaza ante todo la interpretación psicologista de las leyes fundamentales del pensamiento, que falsi­fica la necesidad objetiva de los principios lógicos, transformándola en una necesidad de las funciones mentales. El acto de pen­sar es un fenómeno en el mundo real; su contenido, en cambio, tiene otra forma de subsistencia; su existir es un «valor» («gelten»).

Esta forma de subsistencia es atri­buida en primera línea al juicio y a las conclusiones, mientras que, por lo que toca a los conceptos, la posición de Lotze re­sulta ambigua, oscilando entre su «valer» y su «significar». Las ideas platónicas no son entidades metafísicas y, según Lotze, la subsistencia que les atribuye Platón no es sino la de la pura «validez». El mundo de tales entidades ideales no está limitado sólo a los conceptos; forman parte de él, por ejemplo, también los juicios. El juicio es una relación entre contenidos de dos representaciones: la conclusión es una con­junción entre dos juicios para producir un tercer juicio. La «Lógica» de Lotze ha te­nido una influencia bastante vasta; par­ticularmente su teoría de la «validez» ha proporcionado una contribución esencial a las investigaciones de Windelband y Cohén, mientras su lucha contra el psicologismo ha sido reanudada y continuada por Husserl. En la «Metafísica», el autor se opone a la reducción de la filosofía a una pura teoría del conocimiento. La psicología en general — ni siquiera la psicología del conocimien­to — no puede ser fundamento de la meta­física, la cual, en cambio, constituye la base de la psicología. La concepción del mundo esbozada por Lotze en Microcosmos (v.) es completada en esta obra. El cometido’ de la metafísica es investigar las condiciones ge­nerales del «ser y del acaecer»; no se ocu­pa, por lo tanto, de las ideas sino de la Realidad, cuyo conocimiento científico in­vestiga sólo acerca de las relaciones exter­nas. El existir consiste en «estar en corre­lación»; una existencia sin reciprocidad no podría distinguirse del «no ser».

Las cua­lidades sensibles, como tales, no pueden obrar una sobre otra; por lo tanto no pue­den estar en relación entre sí y es impo­sible componer la realidad en cualidades sensibles, y eliminar la «cosa en sí». El prototipo de una substancia variable es el alma. La ley de la causalidad («todo tiene una causa») es demasiado amplia, y vale sólo para los cambios, pero no para la existencia de las substancias y de las ver­dades. Es incomprensible que las substan­cias actúen unas sobre otras a menos que se quisiera admitir que todas ellas no sean sino modificaciones de una misma subs­tancia absoluta y que su acción recíproca sea, por lo tanto, sólo aparente. Esta subs­tancia debe ser imaginada en analogía con nuestra propia esencia. La Metafísica es la última de las publicaciones importantes de Lotze, que él inició con la llamada Peque­ña metafísica, del año 1841. Presentando en ingeniosa síntesis ideas importantes de to­dos los grandes sistemas de la filosofía ale­mana, la «Metafísica» nos conduce a con­siderar a Lotze como un digno sucesor de Leibniz.

O. Abate