El autor español Vicente García de la Huerta (1734-1787) estrenó, en 1778, un drama en tres actos sobre el tema de la «judía de Toledo». Nuestro autor sigue, más que la versión literaria de dicho tema realizada por Lope de Vega, la de Diamante y Luis Ulloa Pereyra. Alfonso VIII, rey de Castilla, se ha enamorado de la judía Raquel, de la que ha hecho su favorita, con gran disgusto del pueblo y de los grandes, que se sienten ofendidos de tal sujeción y piden enérgicamente el alejamiento de la favorita nefasta. Ante la negativa del rey estalla la revuelta, el palacio real es asaltado, y la odiada favorita es muerta por su propio consejero y correligionario Rubén, que de este modo espera hacerse grato a los rebeldes. Llega Alfonso VIII y, ciego de ira, mata a Rubén. Tragedia que sigue los rígidos principios clásicos, pero de espíritu ya romántico, la Raquel es el fruto, en su forma, de una significativa síntesis: para obedecer a la moda que venía de Francia, García de la Huerta observa, en ella, las tres unidades pseudoaristotélicas; pero recurriendo a la división en tres actos, vuelve a la tradición de Lope y de Calderón, que sin embargo viola al sustituir el sistema polimétrico por el endecasílabo blanco. Producto de un período de transición, pobrísimo en manifestaciones artísticas de verdadera grandeza, la Raquel es notable por ser la única tragedia de algún valor escrita en el siglo XVIII español.
A. R. Ferrarin
Huerta era un hombre de más ingenio que juicio, de mejor instinto que gusto, de más fantasía que doctrina, pero de ningún modo vulgar ni tonto… en quien hervía alguna parte del estro de Calderón y de Góngora. (Menéndez Pelayo)