Hombre destacado en la política de su tiempo, progresista y director del Museo Arqueológico Nacional, Ventura Ruiz Aguilera (1820- 1881), más que por los dramas Bernardo de Saldaña y Camino de Portugal, se distinguió por sus composiciones líricas.
Los ecos nacionales (1840) son leyendas antiguas, no al modo romántico, sino de cierto carácter didáctico de tendencia filosófica, moralizadora y patriótica, de fondo religioso. Valbuena Prat le considera, en general, ramplón y de un patriotismo barato, aunque no le niega cierta emoción en sus composiciones líricas. Siguió la musa popular en sus Cantares, de los cuales algunos son bellos: «Cantar que del alma sale/es pájaro que no muere;/ cantando de rama en rama/Dios manda que viva siempre». Hondamente sentimental, tierno y delicado en sus Elegíds (1862), escritas con ocasión de la muerte de una hija. En ellas abunda la sincera emoción, y, a veces, la forma adecuada, aunque sea sencilla y pobre.
Su idealismo y exuberancia puede comprobarse en las descripciones de tema bucólico: Elegías y Armonías (1873) y Las estaciones del año (1879). En La leyenda de Nochebuena (1867) sabe tocar las fibras sensibles del alma, siendo inocente y suave en sus Sátiras (1874), más cerca de Horacio que de Juvenal, aunque invoca a éste. Si bien muy traducido, y estudiado en el extranjero, el gusto actual desconoce a Ruiz Aguilera, «el progresista más poeta de una generación».
C. Conde