Poesías, Georg Trakl

[Die Dichtungen]. Colección de versos y prosas poéticas del escritor austríaco Georg Trakl (1887-1914). No es sino un breve volumen, pero entre las voces que antes de la Gran Guerra do­minaban la lírica germánica, la de Trakl se ha venido afirmando cada vez con mayor autoridad, hasta lograr el reconocimiento que merecía. Es una poesía de tono íntimo, de aliento breve.

Pocos versos bastan al poeta para evocar un mundo alucinado y trágico, en el que el drama apenas aparece insinuado, incluido casi a la fuerza en alu­siones, en invocaciones mínimas. Un sutil tormento religioso anima esas desoladas visiones; «no tengo derecho a escapar del Infierno», vino a declarar Trakl una vez. El color del paisaje es siempre oscuro. Parece también que el poeta sienta prefe­rencia por aquellas palabras que indican la aproximación y la obra de la muerte, tema preferido de su canto. Pero el carácter macabro que a tal poesía podía venirle de la insistencia en tan sombríos colores está, en realidad, atenuado por efusiones deli­cadas y contenidas, gracias a las cuales ciertas visiones e invocaciones adquieren gran fuerza persuasiva y emotiva. El otoño es la estación preferida, y la hora es, na­turalmente, el atardecer.

Casi haría pensar en una poesía crepuscular alemana si junto al cuadro melancólico no existiese siempre, aun limitado a una palabra, un principio de redención, un elemento de catarsis. En su primera época, el ritmo de las poesías era más amplio, los períodos comprendían a veces estrofas enteras; en su madurez — y más tarde, al acercarse el fin — Trakl abrevió cada vez más la distancia entre las líneas de la melodía, con peligro de caer alguna vez en formas de hermetismo «ante litteram». Particularmente notable es el juego de adjetivaciones en lo concerniente al colorido, por cuanto Trakl no las emplea con criterio pictórico, o mejor, des­criptivo, sino que trata de darles un sig­nificado en cierto modo simbólico.

El blan­co y el negro suelen ser atribuidos inten­cionalmente, con valor simbólico fácil de adivinar; vienen después el azul y el plata, claramente referidos a los matices del cielo, y el «purpúreo» con alusión a la sangre, en tanto el «cristalino» tiene siempre valor de purificación. De este modo nacen yuxtapo­siciones a primera vista inesperadas, tales como: «primavera azul», «pastos cristali­nos», «cuerpo purpúreo», etc. El motivo dominante — la muerte — llega casi a ser una pesadilla para un temperamento como el de Trakl, cuando la vio en tomo a sí, horrible, implacable, en las tenebrosas no­ches de guerra. Y de aquella visión terri­ble, antes de que sucumbieran primero su intelecto y luego su cuerpo, surgieron algu­nas de sus piezas más importantes. Junto a Rilke, a George y a Hofmannsthal, Trakl tiene un lugar propio en la historia de la poesía de lengua alemana del primer cuarto de este siglo. [Una selección de sus Poemas fue traducida al castellano por Jaime Bofill y Ferro (Madrid, 1949)].

R. Paoli