Montserrat, Jacint Verdaguer

Poesías del sacerdote ca­talán mosén Jacint Verdaguer (1845-1902), publicadas en 1889. La obra, de contenido exclusivamente montserratino, está dividida en cuatro partes.

En la primera se recogen tradiciones religiosas o profanas de la mon­taña, así en el poema «L’espasa de Sant Ignasi», donde se relata la renuncia del Santo a su vida anterior, y que luego baja de la montaña como un nuevo Elias: «per revivar en lo món / l’amor de Déu que s’hi apaga». Sin embargo, los dos poemas más importantes de esta parte son: «La mort de l’escolá» y «Don Jaume a Sant Jeroni», desde cuya altura el héroe de la Cataluña medieval contempla los cuatro puntos car­dinales de su patria y toma la decisión de reconquistar Valencia y Mallorca. El con­cepto místico de la patria que tuvo Ver­daguer es muy claro en este poema; tal concepto es — como escribió un crítico — «la posesión del paisaje por derecho divino». Pero la pieza lírica más extraordinaria de esta sección es «La mort de l’escolá», uno de los poemas más puros y más acabados de la poesía catalana, donde la sencilla na­rración de la muerte del monaguillo, libre tanto de retoricismos como de sentimenta­lismos, produce aquella impresión inefa­ble e indefinible que sólo puede llegarnos desde los arcanos de la gran poesía.

La se­gunda parte, titulada «Llegenda de Mont­serrat», tiene como línea central la famosa leyenda de fray Garl y Riquilda, aunque en la narración se interfiera alguna otra como la de «Les barres de sang». Fray Garí vive en una cueva de Montserrat como ana­coreta. Un día sube a Sant Jeroni y siente orgullo de su vida solitaria. Entretanto, Riquilda, hija del conde Wifredo el Vello­so, está poseída por el demonio y éste dice al exorcista que sólo fray Garí lo puede expulsar de aquel cuerpo. Llevan la prin­cesa al anacoreta y éste sucumbe a la ten­tación y luego la mata. Desde entonces vive como una bestia, hasta que es captu­rado por el propio conde y a los siete años un ángel le manda que se levante, porque ya está perdonado. Garí acompaña al con­de a la tumba de su hija y, por intercesión de la Virgen, aún la encuentran viva. En la tercera parte, titulada «Cangons de Mont­serrat», se contiene el famoso «Virolai» y otros poemas muy conocidos, como «La salve deis monjos» y la «Cangó de la Moreneta».

En la última parte, titulada «Odes», es notable el poema «Ais catalans de Filipines». El tono medio de esta obra es me­jor que ,el de otros libros del autor. El estilo liriconarrativo y el metro corto están muy en consonancia con el tema, aunque, al final del poema de fray Garí, Verdaguer usa una estrofa de verso largo parecida a las de «Canigó» para dar más brío e inten­sidad a la narración. De esta obra existe una traducción parcial en castellano del año 1881.

A. Manent