Con el mismo asunto fue publicado en 1858 un drama poético inglés, Mérope, de Matthew Arnold (1822-1888). Convencido de un retorno al arte griego, y no queriendo contentarse con traducir meramente alguna obra maestra, Arnold escogió por argumento de su tragedia la historia de Mérope. Sigue casi integralmente la tradición, limitándose a cambiar el carácter de Polifonte, haciendo de él no un tirano cruel y egoísta, sino un hombre cuyo delito fue un trágico error, la culpa de una noble naturaleza; de este modo las circunstancias del drama cambian: Mérope y su hijo triunfan, pero la caída de su enemigo deja en nosotros un sentimiento de compasión y aquella historia termina «trágicamente» al modo de Aristóteles, suscitando piedad y terror. Además, el poeta inglés introduce de nuevo en la tragedia el coro, que le parece representar, con su lirismo, justo y necesario alivio para las emociones producidas por los trágicos acontecimientos. La Mérope demuestra — como el Empédocles en el Etna (v.) — que Arnold, poeta eminentemente gnómico, preocupado por los problemas morales y religiosos, no poseía ninguna fuerza dramática, porque la obra se reduce a una serie de largos discursos más o menos moralizantes; pero está toda penetrada de un noble patetismo, y algunos trozos — como la evocación que Mérope hace de su hijo dormido, y la historia de Calixto contada por el coro — alcanzan momentos de verdadera emoción poética.
A. P. Marchesini