Los santos van al Infierno (Gilbert Cesbron)

Gilbert Cesbron

Gilbert Cesbron

[Les saints vant en enfer].

Novela del escritor francés Gilbert Cesbron (1913-1979), publicada en 1952. Pedro, hijo de un minero, sufre durante su infan­cia la trágica experiencia de ver como su padre queda enterrado en la mina. Aunque consiguen sacarle indemne, Pedro toma una firma decisión, y al volver a casa le dice a su hermano mayor, “yo no bajaré jamás…

Te juro que yo nunca bajaré a la mina”. Años más tarde, encontramos a Pedro convertido en sacerdote obrero. Ha sido enviado por el Cardenal a Sagny, barrio periférico de Pu­lís, en substitución del padre Bernardo. Allí ejerce#su ardua labor de apostolado intentando atraer hacia Cristo a una serie de individuos que difícilmente pueden entender su mensaje en el degradado medio social en que viven. Consigue pocas conversiones, pero establece potentes lazos de amistad y camaradería con los que acuden a cuando tienen problemas y necesitan consejo* También esto es hacer la labor de Cristo.

Es así como conoce a Magdalena, la muchacha que por amor a Cristo decide renunciar a su propia vida para dedicarse a los demás; a Juan, enamorado de Magdalena, que quiere bautizarse pero lo va demorando; a Luis, un anarquista español refugiado en Francia; a Marcelo, que vive en una sola habitación con su mujer y su hijo Esteban, a quien apalea brutalmente cuando está borracho, un magnífico chiquillo al que Pedro procura proteger; a Enrique, el comunista, que desconfía de él pero acaba convirtiéndose en su mejor amigo; a Paulita y Santiago, un matrimonio cuya casa se incendia, y muchos otros.

Pedro hace cuanto puede por ayudarles y se siente uno más entre ellos aunque en medio de tanta miseria espiritual y moral, muchas veces se siente desfallecer. Cuando los obreros, por obra, principalmente, del partido comunista, se declaran en huelga en demanda de salarios más justos, Pedro se pone incondicionalmente a su lado. La huelga fracasa y durante una manifestación Luis muere a raíz de una paliza que le propina la policía. También Juan, que ha perdido su empleo y ha sido rechazado por Magdalena, se corta las venas y muere, aunque Pedro se encuentre todavía vivo y le bautiza accediendo l su propia petición.

Por su parte, Esteban, a quien su padre, que también ha perdido el empleo, ha golpeado más fuerte que otras veces, acaba en el hospital gravemente herido. Los médicos le dieron por deshauciado y Pedro, a cambio de su vida, ofrece a Dios la suya. Pero no la material, que aprecia poco, sino la espiritual: cuanto ha hecho hasta ahora.

Esteban se salva y, según piensa Pe­dro, el cielo le pasa factura. Apenas celebrado el Juicio de Marcelo, que los comunistas han queri­do convertir en un juicio político, y a quien Pedro libra de la cárcel con su declaración, muere el cardenal. El nuevo prelado no ve la labor de Pedro con los mismos ojos y juzga su manera de actuar demasiado arriesgada. Pedro deberá descansar durante una temporada, sustituyéndole el padre Gerardo, antiguo vicario de Sagny, que in­fluido por él, también se convirtió en sacerdote obrero. Al final de la novela nos muestra como Pedro, tras regresar a su pueblo natal, se dispone a ejercer su ministerio en la mina.

El autor advierte en el prólogo que “en vano se buscará Sagny en el Atipa”. Sagny viene a ser el compendio de todos los barrios obreros que rodean París, y sus habi­tantes una muestra de las gentes . También declara no pertenecer a este ambiente, debiéndose quizás a ello que su novela sea melodramática en algún que otro momen­to, en detrimento de su realismo, duro y sin cocesiones, que en muchos de sus pasajes consigue conmover al lector.

Trad. de T. La Rosa, Barcelo­na, 1970.

 

Artículo aparecido originalmente en la enciclopedia literaria de Editorial Noguer.