[Les destins]. Meditación filosófica en verso del escritor francés Armand Prudhomme, conocido por Sully Prudhomme (1839-1907), compuesta entre los años 1872 y 1878. La era del caos ha terminado; nacen los mundos: la Tierra, enorme masa todavía informe, oscila pesadamente sobre sus polos completamente dispuesta para su profundo y lento trabajo; entretanto, el Mal la espía ávidamente para señalarle el más trágico de los destinos; en su hosca meditación, el espíritu del Mal forja para el planeta los elementos de destrucción; para mayor tortura, habrá para los hombres pausas y reposos, instantes de alegría y engaños supremos, tales como el amor, mientras que el mal adoptará las formas más seductoras de belleza y de ideales. Este anatema se ha lanzado sobre el mundo, pero el vigilante guardián del orden universal está alerta, y trata de dar a la tierra recién nacida una suerte mejor: el amor y la ciencia serán para el hombre una conquista mediante lucha y dolor, esta desconocida fuente de todos los valores. Suerte inmutable del universo es el sucederse del Bien y del Mal; la Naturaleza, que es la Razón misma, nos dice que el universo encubre un acuerdo profundo entre los destinos alternos y persigue un fin cada vez más lejano.
A este himno de la naturaleza se inclina el sabio que, obediente, tratará de someterse a sus leyes y sin medir sobre la propia fortuna el bien y el mal «irá despacio por su humilde sendero, consagrando, átomo en el abismo, su humilde parte de fuerza a la obra maestra universal». Éste es el contenido de los Destinos, poemita que no carece de elocuencia ni de calor; pero la tendencia intelectualista, ya en germen en las primeras obras del autor, toma gran incremento en Prudhomme, que, tras haber traducido en 1866 el primer libro de Lucrecio, se volvió luego decididamente hacia el poema filosófico. En los ensayos posteriores, Justicia [Justice], de 1878 (en la idea de Justicia está incluida la dignidad del hombre, la garantía del progreso civilizador), y Felicidad [Bonheur], de 1888 (la felicidad sólo está en el sacrificio), hay oasis de poesía que faltan en estos Destinos, que confirman el fallo de las mayores ambiciones del autor.
M. Zini