Libro de los Reyes, Firdusi de Tus

[Shahname]. Poema del poeta persa Firdusi de Tus (m. alrededor de 1020 d. de C.) y máximo monumento de la epopeya nacional iránica. Su composición, por una parte, representa la codificación en un cuerpo único de la tradición épica persa, que se había elabo­rado por un proceso milenario desde el Avesta hasta la literatura medio persiana o pahlévica hasta los albores de la literatu­ra neopersa; mientras por otro lado imprime alto valor de arte a esta literatura naciente, proporcionándole además un modelo ejem­plar para el poema épico y novelesco en sus ulteriores desarrollos. El epos iránico se nos muestra ya en formación, todavía en su fase primitiva indoeuropea, en pre­ciosos fragmentos de los himnos avésticos («yasht»), que celebran la gesta de héroes determinados y episodios de la cosmogonía; se desarrolla y enriquece en formas para nosotros oscuras, en los subsiguientes pe­ríodos de historia del Irán, bajo Aqueménides, el helenismo y los partos, y es objeto, en fin, de una primera compilación oficial (en la que, naturalmente, mito e historia están colocados en un mismo plano) bajo los Sasánidas (siglos III-VII). La conquista árabe cerró la fase de vida independiente y original de Persia, e inau­guró en la fe, en la lengua y en la civili­zación un período nuevo; pero los vínculos con lo antiguo no quedaron rotos del todo, y hacia el siglo X d. de C. asistimos a un verdadero resurgimiento cultural persa y que protegen las dinastías de la Persia oriental de los Samánidas y los Gaznevidas. Uno de los aspectos más característicos de este resurgimiento fue el interés por la epopeya nacional, a la cual se quiso fijar en nueva lengua neopersa, que estaba en­tonces precisamente en sus primeros pasos literarios.

Una primera tentativa, que ha­bía quedado interrumpida bajo los Sasá­nidas, fue reanudada por Firdusi y llevada a cabo en decenios de trabajo; así nació el Shahuame, dedicado al sultán Mahmüd de Gazna. El poema canta la historia del Irán y al mismo tiempo de la humanidad dentro del esquema de los reinados de cincuenta reyes, desde el primer hombre-rey Garyumerth, al último soberano histórico sasánida, Yezdegerd III, con los cuales se de­rrumbó el estado nacional iránico, y los árabes y el Islamismo se apoderaron de Persia. Se muestra en este esquema otro aspecto del altísimo concepto de la realeza, que domina también, según testimonio de las fuentes clásicas, toda concepción histó­rica, social y religiosa iránica. La parte más brillante y poética de la obra es la primera, que canta los mitos acerca de la protohistoria de la nación, los héroes pri­migenios Gemshind y Ferudún, Sam, Zalny Rustem (v.), el Orlando o Aquiles persa, en un espléndido escenario, aunque para nosotros acaba por ser algo monótono, de vida activa y guerrera, de batallas y con­vites. En una división del poder entre los hijos de Feridún se despedaza la unidad del reino y se inicia la división territorial y del antagonismo entre Irán y Turán, que refleja la efectiva lucha entre estirpes irá- nicas y turánicas (turcas) en el Asia cen­tral y anterior.

A la dinastía del rey Pishdáf sucede la de Kay, en que campean las figuras de Kay Kavús, Kay Kobád, Kay Khusrü, y bajo los cuales el paganismo naturalista de la edad heroica es sustituido, y no sin lucha, por la fe del reformador Zaratustra (aquí hay una duda histórica, dada la posible identidad entre un rey del Kay y el aqueménida Histaspes). Después viene la conquista de Alejandro (v.), el grande Iskandar, narrada de manera to­talmente fantástica, según la leyenda orien­tal del héroe; el período helenístico y pártico apenas es mentado al vuelo, mientras toda la última parte del poema, cada vez más cercana a la historia, canta las gestas y aventuras de los soberanos sasánidas, hasta el fin de la dinastía y del Estado nacional. Esta trama de vastísimo aliento fue puesta en verso por Firdusi en cerca de 50.000 dísticos. El grandioso poema, típico producto del exuberante genio oriental, es difícilmente agradable en su conjunto en una lectura seguida, pero lo es más leído en episodios sueltos, los cuales alcanzan desde la grandiosidad de la teogonia a las aventuras novelescas de Zal y Rustem, a los casos patéticos de Siyávish y de Bizen, a las trágicas vicisitudes de Isfandiyár y de Sohráb, y las gestas de guerra y mues­tras de sabiduría de Anushirwán. Firdusi ha infundido por su parte en la materia, en que bien poco ha inventado, un apasiona­do aliento a la belleza y grandeza heroica de su patria, tanto más notable cuanto que él era, al fin y al cabo, un devoto musul­mán, y escribió para príncipes y cortes musulmanas. Pero la Persia y el mundo entero han conocido la Antigüedad iránica, durante largo tiempo, casi exclusivamente bajo la luz en que él la cantó. Italia posee una versión completa, en verso, del Libro de los Reyes de I- Pizzi (Turín, 1886-88, 8 vol., edición reducida eh dos volúmenes ibid., 1915).

F. Gabrieli