Poema anónimo bizantino escrito probablemente en el siglo XIV («terminus ante quem» en el 1395), reunido en cuatro manuscritos, ninguno de los cuales se conserva completo. El verso es polimétrico. No difiere, en cuanto a contenido y forma, de los numerosos romances caballerescos, en verso y prosa, de aquellos tiempos, pero el autor incógnito revela cierta originalidad en el modo de construir el relato, haciéndolo exponer, en vez de narrarlo directamente, por el amigo de Libistro, Clitobo, a la dama Mirtane, a la cual relata sus propias vicisitudes; de este modo el poema aparece asentado en una doble trama, siendo la principal la del protagonista, élitobo cuenta a Mirtane cómo en el país donde había marchado, para consolarse de la desafortunada pasión que hacia ella sentía, se encuentra con Libistro, quien, desesperado por sus sufrimientos amorosos, lo puso al corriente, cediendo a sus súplicas, de los tristes acontecimientos. Él supo, durante un sueño, que estaba destinado a amar a Rodamne, hija del soberano de la India.
Y había partido hacia la capital de aquel reino, donde conoció a la princesa, que correspondió a su cariño. Mientras se dispone a convertirla en su esposa, se presenta como rival y pretendiente a su mano, Verderico, rey de Babilonia, el cual, vencido en duelo, es obligado a ceder la joven a Libistro, pero no la olvida. Antes bien, por consejo y con la ayuda de una maga retorna a la patria de Rodamne vestido de mercader, con el fin de vender a Libistro un anillo mágico dotado de la virtud de hacer caer como muerto al que lo ponga en su dedo. Sucede así y Verderico rapta a la joven huyendo con ella. Libistro, vuelto a la vida por la intervención de sus amigos, que le quitan el anillo, se entera del rapto de Rodamne y se dedica a buscarla, corriendo de un país a otro; durante tal peregrinar se encuentra con Clitobo y le cuenta su historia. Los dos jóvenes traban amistad y encuentran, por medio de la maga que ayudó a Verderico, las huellas de la princesa, que se mantenía fiel a su amado, con lo que ella vuelve a ser feliz, mientras Clitobo desposa a Melancia, hermana de Rodamne; pero, como aquélla muere poco después, Clitobo retorna a su patria y se une definitivamente con su amada Mirtane, que también había enviudado. Es evidente la influencia de los novelistas sofistas, especialmente de Heliodoro, Aquiles Tazio y de su imitador posterior Niceto Eugeniano, pero esa influencia es puramente formal.
El autor, que califica a su héroe de «latino», asimiló ciertamente las ideas caballerescas occidentales ‘ en la Corte de alguno de los nobles francos que imperaban en Grecia. Expresiones feudales, como «vasallo», no pueden derivar más que de allí; y el mismo nombre de Verderico debe tomarse como un Federico mal entendido. Merecen especial mención en el poema las cartas amorosas de los protagonistas, muchos de cuyos versos parecen íntegramente motivados por los cantos populares y eróticos más antiguos.
C. Brighenti