[El viejo cordelero). Periódico revolucionario francés redactado por Camille Desmoulins (1760- 1794), famoso por los artículos apasionados e irrespetuosos del Convencional que, como «decano de los jacobinos», fue devorado con Danton por el propio Terror.
Representación de una mentalidad abstracta, según el dictamen de los ejemplos clásicos de la libertad republicana y de la necesidad de la renovación social, esta hoja de batalla se distingue por la viveza de su prosa y por la fuerza tribunicia de la expresión. El autor, que más tarde hallaría en Carducci a un exaltador de su intransigencia («Y cae la Bastilla»), es sincero hasta en el error, tenaz hasta en la lucha contra los compañeros: había en él algo de la pasión de Robespierre, pero más turbia, más abstractamente literaria. Son significativos los dos números del periódico, el del «quintidi» de frimario, segunda década, año II (5 de diciembre de 1793), en el que el escritor, en homenaje a Pitt, eleva un grito de libertad y quiere ver la plena realización de una nueva moral en la patria; y el de cinco días después, en el que, dominado por el espíritu de Robespierre (que había querido ver las pruebas de los nuevos artículos), se lanza con violencia terrible y con habilísima argumentación contra algunos tibios compañeros (entre ellos Anacharsis Clootz, que pronto caerá bajo la guillotina) por su escaso amor a la libertad.
En el variado periodismo de la Revolución, la publicación de Desmoulins se caracteriza por su prosa elocuente y llena de «pathos» oratorio, por la visión de las necesidades patrias y por el fanatismo de una necesidad sentida como indispensable: la muerte del publicista sancionó, con la extrema prueba, la tragedia de un movimiento que ofreció a los adversarios motivos de execración y desdén precisamente cuando en ellos se manifestaba el curso fatal de la Revolución.
C. Cordié