[Les vrayes centuries et prophéties]. Colección de enigmas y profecías del francés Michel de Nostre-Dame, o Nostradamus (1503-1566), médico y astrólogo de la corte de Catalina de Médicis. Publicada en 1555 en cuatro «centurias», cuatro volúmenes de cien cuartetas cada uno, en 1558 la colección fue completada por otros seis volúmenes; tuvo un gran renombre y muchas reimpresiones.
En un lenguaje sibilino y hermético, sin orden cronológico, las cuartetas de las Centurias exponen profecías y pronósticos sobre una edad histórica que .llega hasta el año 3797. Según ciertos comentadores, muchas de estas profecías se realizaron; de la muerte de Enrique II en un torneo, a la de Luis XVI; de la caída de Napoleón a la guerra de 1939. El hermetista P. V. Piobb trabajó sin descanso para descubrir la clave de interpretación de las Centurias. Los resultados más importantes parecen ser el descubrimiento que los versos de valor profético más transparente, como: «Alors qu’en France un Bour sera Bon… Par fuite injuste recevra son supplice» (muerte de Luis XVI); «Par quatorze ans tiendras la tyrannie» (Napoleón), no son más que puntos de referencia cronológica; que las dos claves fundamentales están en la extraña carta-dedicatoria a Enrique II, y en el «testamento» contenido en las Profecías, continuación de las Centurias; que los versos se siguen en las cuartetas unidos por la rima, pero no por el sentido, y aunque pareciendo proféticos, son solamente «malice, trame, et machination»; que las pseudogenealogías bíblicas y pseudoproféticas ocultan de un modo hermético consejos y reglas para las miradas de venideros más agudas que las de Catalina de Médicis y Enrique II; y por fin que los cuatro mil seiscientos ochenta versos de las Centurias y de las Profecías hay que ordenarlos en un sistema que constituye un instrumento análogo a un teodolito, y debe funcionar por fórmulas matemáticas y charadas de animales enigmáticos, ríos, puentes y templos.
Una idea de la criptología con la que Nostradamus se defendió contra interpretaciones intempestivas de sus Centurias la puede dar uno de los eslabones de procedimiento de desvelamiento del secreto. Ya que las diez Centurias se componen de cuatrocientas noventa y dos cuartetas — la séptima contiene solamente cuarenta y dos — se le puede ocurrir a uno soldar ésta con las ciento cuarenta y una cuartetas de las Profecías. En el presagio veintidós (seiscientas sesenta y seis cuartetas, número del animal del Apocalipsis) se encuentra el verso «Floram patere, entrer camp, foy rompue». «Floram patere» tiene doce letras: número dominante en el hermetismo, y las letras se emplean en la cosmografía. Disponiendo las doce letras alrededor de una circunferencia, a treinta grados una de otra, se ve que las cinco vocales unidas con líneas forman el pentágono regular inscrito, con forma de corte transversal de sepulcro. ¿No es el «sepulcro del gran romano» al que según avisos del texto hay que llegar? Traduciendo al latín las otras palabras, se tiene «ingrediri castra», es decir «ingrediri castra», «ingrediri circuli astra», «hacer entrar las estrellas en el círculo».
Las siete consonantes corresponden a los siete planetas. Y «fides rupta» es la Lyra (fides), constelación: por tanto ruptura del círculo, donde se encuentra la estrella Vega de la Lira, cerca del polo de la eclíptica. El sistema considera todo individuo como toda nación, dotado de su eje, que con su inclinación sobre la eclíptica formada por los cuatro mil seiscientos ochenta versos — listel móvil del teodolito — produce sus «estaciones». «Por cada individuo, como por cada nación», escribe Piobb, «hay un eje y un calendario propios». Es ya un fenómeno extraordinario que la solución del secreto de las Centurias suscite desde hace siglos un gran interés; pero que tal secreto, según los hermetistas que creen haberlo descubierto, sea la clave para conocer el porvenir de los individuos y de los pueblos, es una afirmación que inspira la desconfianza ya expresada por Símaco: «Uno itinere ad tam grande secretum pervenire non potest».
G. Pioli