[Les ilusiones perdues]. Título general de una de las más importantes obras narrativas de Honoré de Balzac (1799-1850), que forma parte de la segunda sección del ciclo de La Comedia Humana (cfr. «Escenas de la vida de la provincia» II) y consta de tres relatos enlazados con los títulos respectivos de Los dos poetas [Les deux poètes, 1837], Un gran hombre de provincia en París [Un grand homme de province à Paris, 1839] y Los sufrimientos del inventor [Les suoffrances de l’inventeur, 1843].
En el primero la acción se desenvuelve en Angulema, en tiempos de la Restauración. David Séchard, hijo de Nicolás, curiosa figura de impresor, muy astuto, analfabeto y borrachín, es un discípulo de Didot que ha estudiado en París y tiene el talento y la inclinación de un hombre de ciencia. Él y su amigo Luciano Chardon, joven distinguido, de inclinaciones literarias, apuesto, resuelto y audaz se consuelan de la miseria presente soñando, cada cual a su manera, un gran porvenir. El padre de David deja la imprenta a su hijo en condiciones tan onerosas que lo abocan infaliblemente a la ruina; pero afronta valientemente la situación, se casa con la bellísima Eva Chardon, hermana de Luciano, y se sumerge en pacientes estudios dirigidos a la investigación de un nuevo procedimiento para la fabricación del papel, que revolucionará la industria moderna. Luciano, por su parte, halla una protectora de sus precoces talentos de novelista y de poeta en una dama de la alta nobleza, Anais de Bargeton, la cual le abre su salón y se interesa por él con una pasioncilla que embriaga al ambicioso joven. Poco después Anais de Bargeton logra liberarse de su viejo esposo y huye con su pequeño poeta a París. Las primeras experiencias de Luciano en París constituyen el argumento de Un gran hombre de provincias en París. Mientras la aristócrata se inicia en la vida elegante de París y se desprende del joven, éste, loco de dolor y sin recursos, vive primero de los subsidios de su cuñado David, e intenta colocar en vano una novela suya; pero se hace fuerte contra la desventura con la amistad y los consejos del austero joven filósofo D’Arthe, y de un cenáculo de puros y ardientes doctrinarios reunido a su alrededor, pero pronto se cansa de aquella vida demasiado austera; la amistad de Étienne Lousteau (v. La Musa del Departamento) lo introduce en el ambiente de los periodistas, donde sus brillantes cualidades le deparan inmediatos éxitos.
Luciano ama y es amado por una deliciosa actriz, Coralia; las fáciles ganancias y el ambiente le arrastran a una vida excesivamente lujosa, las necesidades y las ambiciones lo impelen de la literatura a la política y lo inducen a pasar del campo de los liberales al partido realista, pero al llegar a este punto, atacado por sus antiguos amigos y mal sostenido por los nuevos, sufre una serie de reveses, y a su completa ruina pecuniaria se une la muerte de Coralia, de manera que, enfermo y desgraciado, debe refugiarse de nuevo en Angulema para pedir ayuda a su cuñado y a su hermana. Al llegar allí halla a David Séchard en angustiosa situación (Los padecimientos del inventor); el impresor está ya seguro de su invento pero, mientras tanto, dos de sus colegas, los hermanos Cointet, en una competencia ruinosa, han conseguido quitarle trabajo a su establecimiento y enredarlo en un peligroso círculo de deudas. De este modo acaba por ser detenido y procesado precisamente por una imprudencia de su cuñado; Luciano no puede resistir a esta última desventura y huye, resuelto a suicidarse, pero es salvado del suicidio por una extraña figura de aventurero, Carlos Herrera, que se presenta con hábito de clérigo y diplomático español, y le promete conducirle a triunfar nuevamente de aquel mundo que lo ha traicionado y rechazado, por medio de sus consejos, ofreciéndole los diabólicos consuelos de una cruel y despreocupada filosofía, además de una cantidad de dinero, a cambio de un curioso y oscuro pacto de alianza… En el ínterin, David Séchard ha conseguido ponerse de acuerdo con sus acreedores y combinar un pacto con los hermanos Cointet, que se asocian con él para sacar provecho de su invención. El ingenuo hombre de ciencia ha conseguido de este modo la serenidad y un plácido bienestar. Luciano, en cambio, se dispone a volver a París para reanudar la lucha.
Esta novela es, sin duda, una de las más notables de Balzac; extraordinariamente viva e interesante, rica en brillantes paradojas, frases incisivas y sugestivas escenas en algunas partes (casi todo el ambiente parisiense en que se desarrollan las aventuras de Luciano), alcanza el máximo de fuerza en el retrato del anciano padre de David, en las escenas de amor de David y Eva Chardon y, sobre todo, en la figura de Luciano Chardon (v.),una de las creaciones del gran novelista mejor logradas. Únicamente el gusto por las intrigas tenebrosas y complicadas, con fondo judicial, dan pesadez a toda la última parte, en que, hasta el estilo de la obra, ágil, rápido y pintoresco, se carga de excesivas minucias y se empaña.
M. Bonfantini
Balzac, grande, terrible y robusto, representa el monstruo de una civilización con •todas sus ambiciones y furores. (Baudelaire)
La diferencia entre un libro como La taberna de Zola y Las ilusiones perdidas de Balzac, es la que media entre realismo sin imaginación y realidad imaginativa. (Wilde)