Las Famosas Asturianas, Félix Lope de Vega Carpió

Comedia dramática en tres actos y en verso, de Félix Lope de Vega Carpió (1562-1635), pu­blicada en 1623. Está probablemente inspi­rada en un poema de Pedro de la Vezilla Castellanos (1586) sobre el tributo de las cien doncellas que el rey de Córdoba exigía todos los años. La comedia de Lope celebra la legendaria revuelta gracias a la cual el tributo fué definitivamente abolido. La in­trépida doña Sancha, que prefiere las ocu­paciones viriles a la aguja y la rueca, se enamora del valiente caballero Ñuño Oso- rio y cuando entra éste con una escolta de soldados armados en el castillo de su padre, se alboroza creyendo que viene a pedirla por esposa. Pero Ñuño viene, por el contrario, a cumplir una misión que pesa mucho a su corazón generoso: el rey le ha encargado de llevar al embajador de los musulmanes las cien doncellas del tributo, y entre ellas ha sido designada la valerosa doña Sancha. Cuando se forma la triste caravana, Sancha rasga sus vestidos y ca­mina semidesnuda entre las compañeras y los soldados de Ñuño: éste piensa que la desesperación la ha hecho perder el seso, pero cuando, al aparecer los soldados mu­sulmanes, Sancha se pone los vestidos, le pregunta asombrado el porqué de su conduc­ta.

«No os ofenda, cobardes, que desnudas / entre mujeres hasta aquí vengamos, / que tales sois, pues a las manos crudas / lleva­das por vosotros caminamos; / mas pues vienen varones con agudas / armas, es gran razón que nos cubramos, / y en cualquier parte ante ellos nos convenza / la hones­tidad, respeto y la vergüenza».

Aunque Ñuño sólo tenía cien soldados y los enemi­gos eran más de quinientos, siente el gesto de Sancha como una puñalada y, desobe­deciendo a su rey, ataca y derrota a los enviados ayudado por las mismas mucha­chas asturianas. Don Alfonso el Casto al principio quería decapitar al vasallo rebel­de, pero después, al saber el motivo de la desobediencia, declaró que era inevitable, y que él mismo, aunque le llamasen el Cas­to, no era ciertamente una mujer. Y, per­donado Ñuño, le dió como esposa a San­cha. Lope, llevando su realismo al último límite, escribió la comedia entera, salvo las escenas en que hablan los musulmanes, en «fabla», esto es, en un dialecto arcaico usado también por otros poetas (entre ellos Hurtado de Velarde), dialecto que no es, desde luego, el asturiano de los tiempos de Alfonso el Casto, pero que revela un atento estudio de los autores españoles de los si­glos XIV y XV. Esta curiosidad filológica es una nueva genialidad de Lope, pero en . ge­neral no confiere a la obra dignidad dra­mática, y deja la impresión de encubrir, es­pecialmente en lo que se refiere al perso­naje del rey, una intención de parodia.

A. R. Ferrarin