Este es el último título que se puede dar a una narración egipcia, que se lee en el reverso del papiro Harris N. 500, que se remonta a los comienzos de la dinastía XIX. El texto de la narración está incompleto al principio. Del mismo modo, al final, se han perdido las líneas que debían conservar el nombre del copista. En la narración se perciben los ecos de las luchas sostenidas por Tutmosis III (dinastía XVIII, 1490-1436 a. de C.) inmediatamente después de la muerte de la reina Hatsepsówe, contra las poblaciones de Palestina y Siria que, aprovechando la debilidad y la inacción de algunos reyes, se habían unido para sacudir la dominación egipcia y que, precisamente en el momento en que el nuevo faraón se elevaba al poder, habían entrado en abierta lucha contra Egipto.
Fue necesario organizar y dirigir numerosas campañas militares para sofocar la coalición asiática. De los acontecimientos nos informan los llamados «Anales», que el mismo faraón hizo grabar en el gran templo del dios Amón, en Tebas. En la narración se cuenta cómo un general de Tutmosis III, Thute, logró conquistar la ciudad de Joppe — hoy Jaffa —, de notable importancia estratégica porque pasaba por ella el camino que llevaba de Egipto a Palestina. La posesión de esta ciudad por los adversarios habría obstaculizado los movimientos de las tropas egipcias, que trataban de alcanzar rápidamente la ciudad de Megido, en la que sabemos que tuvo lugar una importante batalla, con resultado favorable a los egipcios. Por el fragmento subsistente, sabemos que el general Thute invitó a una entrevista fuera de la ciudad al príncipe de Joppe. En la conversación que siguió, éste indicó a Thute su ardiente deseo de poder ver de cerca el cetro que Tutmosis había dado a su general, como atributo de autoridad; cetro famoso entre los sirios, que lo creían la causa de sus derrotas.
Thute se declaró dispuesto a poner en las manos del príncipe el cetro que éste deseaba; pero en lugar de esto, lo descargó violentamente contra la cabeza de su adversario, que cayó por tierra. Inmovilizado y atado el príncipe, Thute hizo traer unos centenares de grandes cubas, dentro de las cuales hizo colocar a otros tantos soldados de su ejército. Luego, seguido de la tropa que llevaba sobre sus espaldas las cubas, se dirigió a la ciudad. El auriga del príncipe de Joppe recibió la orden de preceder a todos anunciando a la esposa del príncipe que los dioses habían hecho caer prisionero a Thute con toda su familia. Al anuncio, las puertas se abrieron; los soldados, con su carga, penetraron en la ciudad. De las cubas salieron los soldados, y el grueso de la tropa pudo fácilmente apoderarse de Joppe.
Durante la noche, Thute escribió a su soberano para comunicarle el éxito de la empresa. La estratagema que nos transcribe el papiro Harris, nos recuerda otras semejantes, en literaturas posteriores; por ejemplo, la del caballo de Troya y la de Alí Babá.
E. Scamuzzi