La Termocrosis o la Coloración Calorífica, Macedonio Melloni

[La thermochrose ou La coloration caloriphique]. Obra del italiano Macedonio Melloni (1798-1854), publicada, en francés, en Nápoles, el año 1850.

En este tratado se recogen las experiencias originales obteni­das por el autor sobre la energía calorífica radiada. El libro se inicia con la descrip­ción del termomultiplicador, aparato sensi­bilísimo que sirve para descubrir y medir las radiaciones térmicas; el autor prosigue con la enumeración de sus numerosas expe­riencias, como las que demuestran la pro­pagación rectilínea del calor radiado, las investigaciones relativas a la absorción de tal calor por parte de las diversas sustan­cias, la mayor o menor transparencia de los cuerpos al calor, transparencia que Melloni llamó «diatermicidad», a la energía irradiada emitida por los cuerpos en estado incan­descente, y a la espectroscopia de las radia­ciones calóricas.

Estas últimas investigacio­nes han dado origen a uno de los mayores descubrimientos referentes a la física de las radiaciones. Melloni, mediante la transmi­sión del calor irradiado a través de medios sólidos y líquidos, llegó a demostrar que el calor, como la luz, puede dispersarse y ori­ginar mediante la energía irradiada térmica, lo mismo que con la luminosa, una diversa refracción para las distintas longitudes de onda. El autor llegó así a la comprobación experimental de su hipótesis de la «termocrosis» (esto es, de la coloración calorífica) por la que también el calor, como la luz, está constituido por varios «colores», imper­ceptibles para nuestro ojo y caracterizados por una determinada longitud de onda. El autor llega así a declarar que «la luz es simplemente una serie de radiaciones calo­ríficas, sensibles a los órganos de la vista, y, viceversa, las radiaciones de color oscuro son verdaderas radiaciones invisibles de luz».

Así descubrió Melloni la identidad natural de las radiaciones luminosas y de las térmicas infrarrojas, y consiguió dar amplias pruebas de ellas con numerosas y célebres experiencias. Por otra parte de­mostró cómo, en diversas coloraciones calo­ríficas, los diferentes cuerpos se comportan de modo distinto, bien emitiendo esta ener­gía térmica, bien absorbiéndola; y que todos los cuerpos son más o menos coloreados proporcionalmente a las radiaciones térmi­cas, de modo semejante a lo que sucede con la luz, excepción hecha de la silvina y de la sal gema, que se mostraban igualmente transparentes para todas las radiaciones térmicas. La identidad natural entre el calor y la luz fue demostrada por Melloni me­diante otros experimentos, por ejemplo, so­metiendo las ondas caloríficas a fenómenos análogos a los de la luz, como la polariza­ción. Todas estas investigaciones y las im­portantísimas conclusiones que logró Mello­ni abrieron un nuevo campo en la física de las radiaciones, y numerosos científicos, des­pués de él, continuaron su obra estudiando las propiedades de las radiaciones térmicas e investigando esa unidad entre todas las formas de energía radiante, desde las ondas hertzianas a los rayos gamma del radio, que constituye una de las ideas fundamen­tales de la física moderna.

O. Bertoli