[L’intruse]. Un acto de Maurice Maeterlinck (1862-1949), publicado en 1890 y representado en 1891. Es el tema dominante del Maeterlinck primitivo: la intrusa, la Muerte, entra en la casa, llega hasta la cama donde yace la esposa enferma, mientras en la habitación de al lado vemos a su familia: su marido, su cuñado, tres hijas y el anciano padre ciego, que intentan alejar su ansia con breves y vagas palabras. Solamente el ciego se da cuenta de la llegada de la intrusa, que, deslizándose, se acerca a la habitación cerrada. Los demás no oyen y no ven nada, hasta que la puerta se abre y una monja aparece en el umbral anunciando el fallecimiento. El exceso de indicios de muerte — la lámpara que se apaga, los cisnes asustados, el jardinero que siega la hierba en la oscuridad — constituye los lugares comunes de la manera simbolista, y a pesar de que la clarividencia del ciego provoque alguna que otra sugestión poética y humana, la obra no alcanza el sencillo efecto de Interior (v.), tan parecida en el tema. El símbolo resulta aún más acentuado en el acto Los ciegos [Les aveugles], publicado en 1890 en unión de La intrusa y representado al año siguiente. Aquí el escenario, «un antiguo bosque septentrional, de aspecto eterno, bajo un cielo salpicado de estrellas», es aún más típicamente maeterlinckiano. Doce ciegos, hombres y ‘mujeres, gesticulando en el oscuro vacío, manifiestan un terror cada vez más violento porque el anciano sacerdote que los ha conducido a la pequeña isla, lejos de su asilo, ya no está con ellos; quizás se haya alejado un poco para buscar el camino. Se dan cuenta, por fin, que él sigue estando entre ellos, pero muerto, y que ya están solos, sin ninguna defensa, mientras algún grave peligro se acerca. Es la Humanidad despojada de su única guía, la Fe. Con un significado muy claro, el cuadro diluye su sombría fuerza en la monótona insistencia de los toques convencionales y difusos. [Trad. castellana de G. Martínez Sierra (Madrid, 1913), y catalana de Pompeu Fabra (Barcelona, 1893)].
V. Lugli
Ha construido un teatro de sombras chinescas. (Lanson)