[Die fröhliche Wissenschaft]. Obra filosófica en prosa y verso de Friedrich Nietzsche (1844-1900), escrita entre 1881 y 1887; las ediciones póstumas añadieron al volumen poesías del período 1871-1888 (Werke, a cargo de E. Förster-Nietzsche, Leipzig, 1896-1911). El título de la obra se refiere a la poesía de los trovadores provenzales, llamada «gaya ciencia», «gay saber», como síntesis de canto, caballería y espíritu liberal. Escrita en los intervalos de una grave enfermedad, esta obra «en la cual la profundidad y la malicia van tiernamente de la mano», está informada toda por el sentimiento de la victoria espiritual contra la tiranía del mal, conseguida aceptando la vida y no rechazando ni siquiera el dolor. El amor a la vida es entendido como coincidencia de sí mismo con el destino («ego-fatum») como «amor fati» que prohíbe toda negación e incluso la lucha contra aquello que es feo y no permite ni siquiera «acusar a los acusadores».
El Preludio en verso consta de 63 epigramas simbólicos, la mayor parte de los cuales justifica el título de «Escarnio, astucia, venganza», mientras alguno, como «Ecce Homo» está influido por una aspiración más vasta. Siguen los aforismos, ordenados en cinco libros. Todo adquiere el tinte sentimental que Nietzsche atribuye a Epicuro, el hombre que encontró la felicidad, a pesar de sufrir toda su vida: la felicidad de unos ojos ante los cuales se ha calmado el mar de la existencia y que no se cansan de contemplar «la multicolor, tierna, vibrante, epidermis del mar». En este sentimiento, el mismo drama de la incomprensión entre amigos asciende a un alto significado y es sin dolor, porque es ineluctable y sagrado como la divergencia de dos trayectorias astrales: véase «amistades entre estrellas» que posiblemente insinúa su separación de Wagner. El ideal se presenta concreto, a los ojos de Nietzsche, en la vida de pueblos mediterráneos: véase en «Génova», la exaltación de los hombres arrojados y soberanos que imprimieron el sello de su personalidad en su patria. En general, esta cualidad es, sobre todo, lo que se pide a las cosas también, y más que nunca, a la filosofía: y la falta de personalidad es decadencia del pensamiento, porque los grandes problemas exigen gran amor (345). De todo esto deriva una inspiración heroica, implícita en los pensamientos 268-275, en los cuales la forma del aforismo alcanza una insuperable perfección.
El pensamiento, que es el centro del Eterno retomo (v.), se presenta aquí («el peso mayor», 341) en una forma que se anticipa a la que revestirá en Así hablaba Zarathustra (v.): una demoníaca voz insinúa la certeza de que todo volverá, «incluso esta araña y este rayo de luz entre los árboles, y el instante presente, y yo mismo». El mito de Zarathustra (v.), por lo demás, se origina precisamente en esta obra, en una página («Incipit Zarathustra», 342) en la cual el inventor del bien y del mal es representado cuando «quiere volver a ser un hombre», y desciende entre los hombres para libertarlos. Entre las «Canciones del Príncipe Vogelfrei», enteramente compuestas en Sicilia o en otros países mediterráneos, destacan: «Mi felicidad», en la cual un sentimiento de jubilosa embriaguez revolotea en la contemplación de la Plaza de San Marcos de Venecia; «Hacia nuevos mares», donde canta el último tema que inspiró el pensamiento de Aurora (v.) y que en otra parte cerró con la expresión que Nietzsche se dirigió a sí mismo de «argonauta del ideal»; «Sils María», donde el momento del nacimiento de Zarathustra es cantado como un florecimiento del mito, por desdoblamiento de la conciencia, de la misma personalidad del poeta: «Yo me sentaba aquí, esperando, esperando, esperando… Y de pronto, oh Amiga, uno se convirtió en dos, y Zarathustra pasó ante mí»; «Al Mistral, canción para danza», que celebra las saturnales de un espíritu» que, después de largo esperar, es asaltado por la esperanza de curación. Es éste uno de los mejores libros de Nietzsche y, en algunos aspectos, el mejor. [Trad. por Luciano de Mantua (Madrid, 1905)].
G. Alliney