[Les crochets du pére Martin]. Comedia de Eugéne Cormon (Pierre-Etienne Piestre, 1811- 1903) y Eugéne Grangé (Pierre-Eugéne Barté, 1810-1887), representada en 1858. El título, en rigor, es intraducibie, pues crochets eran ciertos aparejos compuestos de una tabla y cuatro palos que llevaban en París los mozos de cordel para cargar los fardos.
Tío Martín ha sido durante cuarenta años mozo de cuerda en los muelles, compartiendo sus fatigas con la buena mujer que es su esposa. Ahora los dos ancianos viven en un modesto bienestar, y esperan que regrese de París, licenciado en Leyes, su querido hijo Armando; han recogido en su casa a la huérfana de un amigo, la linda y prudente Amelia, y sueñan con ver unidos a los dos jóvenes. Pero Armando, en vez de ocuparse del código, goza sin escrúpulos la vida en compañía de su amigo Feliciano, y firma un pagaré tras otro al usurero Charanzon. Todo saldrá en la colada. Feliciano intenta cínicamente arreglárselas casándose con una anciana llena de dinero; pero Armando, que se ha refugiado en su casa, llegando a tiempo para apreciar la ternura de sus honrados padres y las gracias de Amelia, prefiere seguir la dura vida que le indica su padre. Se embarca para Australia, buscando la redención en el trabajo, mientras tío Martín, pagando las deudas de su hijo, vuelve a coger su banasta de faena. Pero la felicidad resplandece de nuevo en casa de Martín, al regreso de Armando, después de haber salvado con su energía y su espíritu de sacrificio el buque y su precioso cargamento, y haber sido aceptado, en recompensa, como socio de la compañía naviera.
Caracteres superficiales y escenas amaneradas. Pero el éxito favoreció a la popular comedia, sobre todo por la tradicional moralidad del argumento, que nos hace asistir a la redención de Armando, a que Feliciano recobre el juicio, y al castigo de Charanzon, estafado por la mujerzuela alegre que le fingió amistad.
E. C. Vall