Colección de novelas cortas de Alonso de Castillo Solórzano (1584-1648?), publicada en 1626. En la Introducción a su obra el autor nos cuenta el porqué de su redacción: «En Madrid ocupaba plaza en uno de sus Consejos el caballero don Álvaro de Toledo, de calificada sangre, natural de Talavera de la Reina donde tenía un cuantioso mayorazgo. Como hacía tiempo que no había podido ir a cuidar de su hacienda, delegó en su esposa doña Lorenza, dama de singular hermosura y discreción. Esta señora tenía dos hermanas notables de voz y de aficiones musicales: doña Clara y doña Luisa. Las tres hermanas, acompañadas de don Gómez y don Carlos, hermanos del Oidor — seglar el uno y el otro estudiante en Salamanca —, emprendieron viaje hacia Talavera para dar un vistazo. Llegaron con buen tiempo a fines de septiembre, y allí se mantuvieron hasta mediado diciembre.
La orden de regreso dictada por el esposo le llegó a doña Lorenza a través de Feliciano, un alegre sujeto amigo de don Alvaro de Toledo. Como la señora estaba embarazada de cinco meses ya, dispusieron que las jornadas fueran breves, siempre de día y en su mejores horas, a fin de no fatigarla. Cinco jornadas se fijaron para el regreso a Madrid, y Feliciano, para hacerlas amenas organizó que cada uno de los acompañantes contara una historia y él las glosaría, y las prologaría, a fin de que el camino resultara ameno e insensible su recorrido». Esta fue la causa de las Jornadas alegres. «No hay mal que por bien no venga», «La obligación cumplida», «La cruel aragonesa», «La libertad merecida», «El obstinado arrepentido», son las narraciones. Terminan con una «Fábula de las bodas del Manzanares», graciosa y amena, que constituye la jomada sexta ya a las puertas de Madrid y con acompañamiento de vihuela por parte de Feliciano.
C. Conde