Job. Serena Concepción de Mario Balosardi, Olindo Guerrini

[Giobbe, serena concezione di M. B] Poemita satírico de Olindo Guerrini (1845-1916) y Corrado Ricci (1858-1934), publicado por la casa Somaruga (Roma, 1882), antes que la obra de Rapisardi viese la luz. Como advirtió más tarde Ricci, la obra no nació con espíritu malévolo por parte de los carduccianos contra el poeta de Catania, ni se propuso ser «expresión de la escuela boloñesa»; su objeto exclusivo no fue Rapisardi, al cual la obra alude en ciertos pasajes en forma a veces áspera e irreverente, pero sin un verdadero propósito agresivo contra él.

En efecto, el juguete es una sabrosa burla de la vida política y cultural italiana como aparecía hacia el año 1880. Se imagina, siguiendo el relato bíblico, que por un pacto entre Dios y Satanás, Job es puesto a prueba y cargado de males materiales y corporales, abandonado por los amigos, por sus familiares y su mujer ha de yacer en un estercolero, y allí lo visitan tres sabios, un político, un filósofo y un crítico, con los cuales conversa sobre la Italia contemporánea y también acerca de muchas personas entonces vivientes. En el epílogo, escrito algo después que el prólogo y los cuatro cantos, Satanás declara haber perdido la prueba, porque Job con su pa­ciencia, ha permanecido inconmovible. Pero apenas recupera la salud y las riquezas, Dios decide hacer desaparecer a todos los hombres de la tierra, y la tierra misma en una catástrofe universal que se inicia con la erupción del Etna, y la destrucción de Catania. El tono es el de la caricatura, de la burla, de la parodia, más o menos difusas y coloridas, a veces agudas, frescas, inge­niosas; se divirtieron escribiéndola sus au­tores y se rieron los lectores, que fueron muchos, de manera que el libro obtuvo un gran éxito editorial.

Se trata casi siempre de interpretaciones felices y ecuánimes pero a veces de agresiones injustas y de incom­prensión del espíritu y de la obra ajena, especialmente en el cuadro de los filósofos, de los que, entre los más maltratados se hallan Spaventa y Vera. De entre los literatos algunos se salvan: Manzoni, Prati, Carducci, Fucini, Verga. Naturalmente, más encarnizada es la burla contra la cultura clerical, contra la política de los moderados, contra la literatura timorata, zafia y acadé­mica. Pero la risa brota, libre y sonora en toda la escena, fustigando e hiriendo a amigos y enemigos; las protestas y las que­jas se alzaron con frecuencia después de su publicación. La obra, debida en gran parte a la pluma de Guerrini, tiene limitado va­lor artístico, pero muchos detalles y episo­dios son del mejor humor y de ágil y aguda expresión; se publicó primero anónima y despertó la curiosidad por conocer a sus au­tores. Algunos la atribuyeron a Carducci; sólo más tarde fue revelado el secreto.

G. Marzot