[Lebensanschauung, vier metaphysische Kapitel]. Obra de Georg Simmel (1858-1918) publicada en Berlín en 1918, la cual, junto con los Problemas fundamentales (v.), es la más representativa de la filosofía general del pensador alemán. Es, por otra parte, la más madura, ya que fue publicada el año mismo de la muerte del autor. Su tema central es el de la «trascendencia de la vida»: la vida corre siempre entre límites que ella continuamente rebasa, dando lugar a creaciones que se sustraen a su propio flujo, pues la trascienden; tales son, por ejemplo, todas las formas espirituales (ciencia, arte, religión, ley moral, etcétera), que nacen del flujo concreto de la vida, que es quien condiciona su actualidad; mas una vez fuera de él se sustraen a este flujo, adquieren completa autonomía ideal, para, al cabo, volver a la vida como conciencia directriz. La Vida es, por lo tanto, «más vida» y «más que vida»: «más vida» por su capacidad en asimilar contenidos que, al menos en su origen, no le son propios; «más que vida» por su capacidad de trascenderse a sí misma. Uno de los límites que la vida encuentra y salva es la muerte: la muerte está en estrecha conexión con la individualidad, más aún, metafísica- mente es la misma cosa; sólo el individuo muere, y muere en la medida en que su individualidad es fuerte y bien dibujada.
Pero los contenidos típicos y universales por la vida producidos, sobreviven, de aquí que parece que sobreviva lo esencial de la individualidad misma; este hecho está expresado por el mito de la universalidad del alma. No ha de entenderse al individuo como sujeto biológico: más bien es una forma de autotrascendencia de la vida, es un universal típico, es decir, concreto; por ello la ley moral no es una norma que le trasciende, sino un elemento constitutivo de su propio ser; decir, por tanto, con Simmel, que la ley moral es individual’ no significa que esta ley moral dependa del arbitrio de los sujetos empíricos, sino de la propia esencia de la personalidad. De este modo salva Simmel la oposición entre vitalismo e intelectualismo: si bien es cierto que los valores de la verdad dependen de la vida o nacen de ella, también es cierto que estos valores tienen un plano de autonomía completa en el que se desenvuelven según sus propias leyes y gracias al cual se convierten en normas para la propia vida.
G. Preti