[Verstand und Erfahrung]. Obra crítica y polémica del filósofo alemán Johann Gottfried von Herder (1744-1803) publicada en 1779. Esta obra es toda una metacrítica de la Crítica de la razón pura (v.) de Kant, que hacía ya doce años estaba dando sus frutos. Después de haber examinado las relaciones, según Scaligero, Leibniz y Locke, y antes de ellos, Aristóteles y Platón, entre razón y discurso, y la diferencia entre conocimiento puro y empírico, entre juicios analíticos y sintéticos, Herder comienza la crítica de la «Estética trascendental», acusando al idealismo crítico de haber ignorado a Berkeley, y la advertencia de Bacon, de qué el hombre conoce sólo cuanto obtiene de la ordenación de la naturaleza por experiencia e inteligencia. Proclama la ilusión del egoísmo crítico, que nada ha conseguido alcanzar fuera del resultado de la más sencilla experiencia, dejando, poetizada en un fantasma «a priori», las ideas de materia, extensión, forma, espacio, tiempo, síntesis y esquema. Cierra de este modo la primera parte introductoria criticando la idea híbrida de una «cosa en sí», que según Kant estaba cerca de todo fenómeno y más allá de él.
La metacrítica de la «Dialéctica transcendental» se inicia con el examen de los paralogismos de la razón pura, de las antinomias de la razón (mundo finito e infinito, simplicidad o complejidad de la realidad, causalidad o libertad, ser necesario causa del mundo, o no). No se comprende cuál pueda ser para Kant la esfera de las facultades cognoscitivas del hombre, especialmente de la razón y cómo podemos orientarnos en ella. El autor compara la Razón de Kant a la encontrada por Astolfo en la Luna: «Era como un licor sutil y suave/expuesto a evaporarse si río se le tiene bien cerrado». La Crítica de la Razón pura (v.) ha faltado, pues, a su finalidad, por haber sobrevalorado la duda de Hume, acerca del valor del juicio causal, de la idea de sustancia y de todos los principios generales, que no son dados en la experiencia; aquella duda que despertó a Kant de su «sueño dogmático» y le hizo postular formas del intelecto y encargar a la inteligencia de agrupar las cosas «a priori» al margen y antes de toda experiencia. Erróneamente, Kant ha aplicado los juicios analíticos «a priori», propios de la matemática, a los datos de la experiencia; lo que necesitaba Kant no era una crítica de la razón, sino una fisiología de los poderes del conocimiento.
Materia y forma del conocimiento no están en su origen separadas, y la razón no subsiste separada de las demás actividades del espíritu. Aun admitiendo que haya sido mérito de Herder el haber sido uno de los primeros en señalar ciertos puntos débiles del sistema kantiano, se debe reconocer por otra parte que su polémica antikantiana, inspirada sobre todo por preocupaciones morales y teológicas, tiene cierta aspereza por motivos de resentimiento personal, y que faltó al autor suficiente espíritu de comprensión para captar el genuino significado de la «síntesis a priori». Pensar por conceptos no fue el fuerte de Herder; Goethe hubo de afirmar que si lo hubiese sabido antes hubiera rogado al autor, de rodillas, que eliminase su obra. G. Pioli