Ideas Elementales Sobre la Poesía Romántica, Ermes Visconti

[Idee elementari sulla poesía romantica]. Ensayo polémico de Ermes Visconti (1784-1841), publicado por en­tregas en el Conciliatore (v.) y en edición completa en 1818. Representa uno de los textos fundamentales del movimiento ro­mántico italiano.

Profundizando y aclarando en un pequeño tratado algunas de las ideas sostenidas por los románticos lombardos — y especialmente las de Berchet en su Carta semiseria de Crisóstomo (v.) de 1816—, Visconti define la diferencia entre clasicismo y romanticismo. La mitología de Homero y de Ovidio es propia del género clásico; el mundo antiguo vivió con espontaneidad las ideas mitológicas, puesto que las sentía. Los modernos han de abandonar tal mitología, ya que sus sentimientos son muy distintos. Si los antiguos, sinceros escritores de su tiempo, son clásicos, los modernos, que los imitan fríamente, son clasicistas; se hace mal, pues, en seguir a los antiguos, dada la dife­rencia de sentimientos. Si por amor al clasicismo «original» hay que desterrar el cla­sicismo «irrazonable» de los imitadores mo­dernos, también hay que hacer una diferen­cia entre los temas de las obras poéticas. En efecto, en la Edad Moderna son motivos es­trictamente románticos el feudalismo, las luchas de la Edad Media, las conquistas de tierras y continentes nuevos, los descubri­mientos geográficos, la acción política y reli­giosa de Mahoma, la revolución de América y la de Francia, la lucha reciente de las Cor­tes españolas y todo lo más vivo y actual de la historia contemporánea.

La religión cris­tiana con su nuevo sentimiento de lo maravi­lloso, ha apartado las fantasías imaginarias y supersticiones de la mitología, aportando nuevos encantos poéticos con sus leyendas y tradiciones populares. Hasta el amor se ha transformado en los tiempos modernos, y en el conflicto de la pasión con el deber y con la idea cristiana del remordimiento ha aparecido un nuevo campo para la fan­tasía de los poetas. Sólo en la pintura, en la escultura y en las danzas pantomímicas se admite la tendencia clasicista por la ma­yor vivacidad de representación de bellas formas; pero aquí el escritor romántico se equivocaba, como le echó en cara Zalotti en la Biblioteca italiana (v.), ya que esta­blecía una diferencia inexistente en el cam­po de la estética. Concluye el ensayo con un diálogo entre un clasicista y un romántico, para demostrar la inconsistencia de quien emplea la mitología pagana en tiem­pos íntimamente cristianos. La importancia del escrito de Visconti reside en su senci­llez, aunque a veces el estilo está algo des­cuidado; la claridad con que formula la distinción entre clasicismo y romanticismo fue apreciada por Pellico, redactor jefe del «Conciliatore», y por los polemistas con­temporáneos.

Quedaba así mejor en claro, después de Berchet, que el poeta ha de estar al corriente de los descubrimientos cientí­ficos de su tiempo y sacar motivos de crea­ción de los siglos posteriores a Cristo, y particularmente de la historia de su patria; que la unidad, en los poemas, no es indis­pensable, mejor dicho, que a veces perju­dica la libre narración de los hechos, y que con mayor derecho hay que rechazar las reglas aristotélicas en unas edades más li­bres en sus sentimientos y acontecimientos políticos.

C. Cordié