Hojas de Hierba, Walt Whitman

[Leaves of Grass]. Colección de poesías líricas del poeta ameri­cano Walt Whitman (1819-1892). La primera edición, que contenía doce poesías líricas, fue ampliada en las sucesivas ediciones de 1856 a 1897. Llegó a ser la obra de toda la vida de Whitman, cuyas vicisitudes interio­res reflejó. Partiendo de un fuerte senti­miento de la individualidad, entendida como una resultante de alma y cuerpo, ambos en igualdad de derechos por ser los dos igual­mente divinos, el poeta elaboró una con­cepción de la democracia condicionada por una libertad plena para cada uno, como una especie de mística social. En esta democra­cia, cuyo fin es el de ayudar al hombre a llegar a ser él mismo una ley, una serie de leyes, la función del gobierno es hacer cum­plir a los grupos sociales, comenzando por los individuos, el aprendizaje que les con­ducirá en último término a gobernarse por sí mismos. Estos conceptos, expuestos más explícitamente en una colección de prosas (Perspectivas democráticas) forma el subs­trato de las poesías y, por decirlo así, su prólogo natural.

En las poesías, el poeta, partiendo de su místico individualismo quie­re remontarse a lo elemental del hombre y a la inmediatez de sus relaciones con el universo, y en su cuadro podría afirmarse no pinta más que desnudos. Se siente in­vestido por un mensaje y experimenta en nombre de su altruismo social, el deber de comunicarlo. Quiere dirigirse a todos, ser por todos comprendido; por esta razón se propone asumir una posición anti literaria, romper con toda tradición asiática y euro­pea, y sustituye los esquemas métricos por versículos de tipo bíblico. Entre las prime­ras composiciones tiene particular impor­tancia el «Canto del Yo» [«Song of Myself»], poema dividido en cincuenta y dos estrofas en el que está expresada la inicial posición individualista del poeta, el culto y glorificación del yo, la apoteosis de la confianza en uno mismo. La colección posterior «Hi­jos de Adán» [Children of Adam»], señala, desde el punto de vista de una física comu­nión humana (v. sobre todo la poesía «Yo canto el cuerpo eléctrico» [«I sing the Body Electric»], el paso de la posición individua­lista hacia una orientación cósmica, que se arraiga más decididamente en otra colec­ción, «Calamus»; el individuo sale de sí mismo, se busca y se reconoce en el mun­do, y en los otros individuos, entregándose a un ímpetu de universal fraternidad, de optimismo y de imperialismo lírico, que culmina en el poema «Salut au monde», en el que, como en muchas de las poesías de «Calamus»? alcanza el máximo aquella ten­dencia efusiva que se manifiesta en las famosas e interminables enumeraciones de Whitman. Quizás no casualmente, este pe­ríodo de cósmica euforia coincide con el de las anexiones territoriales de los Estados Unidos.

La guerra de Secesión, durante la cual el poeta se entregó a la asistencia de heridos y enfermos, llevó al optimismo la desilusión de un mentis rotundo; de ella surgió una especie de vago misticismo que imprimió sus huellas en las colecciones posteriores: «Arroyos de otoño» [«Autumn Rivulets»] y «Susurros de muerte celeste» [«Wihspers of Heavenly Death»]. Esta es, en sus rasgos y temas más esenciales, la estructura fundamental de la obra entera, a la que se añadieron, en las ampliaciones de toda su vida, las otras colecciones: «Aves de paso» [«Birds of Passage»], «Deriva» [«Sea – Drift»], «Al margen del camino» [«By the Roadside»], «Redobles de tambor» [«Drum Taps»], publicada antes, por sepa­rado, en 1865; «Del mediodía a la noche es­trellada» [«Froom Noon to Starry Night»], «Cantos de separación» [«Songs of Parting»], «Ramas de Noviembre» [«November Boughs»], «Adiós, fantasía» [«Good-bye my Fancy»]. Sus poesías están siempre en la cumbre del tono optimista y exaltado, en un diapasón continuo, sin claroscuros, lo que resulta monótono, haciendo difícil la lectura ininterrumpida del denso volumen produ­ciendo una impresión de superficialidad que las opiniones expresadas en Democratic Vistas no justifican (además le faltó la idea romántica de la bondad natural de las ma­sas). No obstante esto, Whitman permane­ce, por su valor intrínseco y por sus inno­vaciones, como uno de los mejores poetas americanos.

Hay que hacer observar, sin embargo, que en la base de su mística social hay un elemento sexual anormal claramente advertible, y, en cuanto a la intención de llegar a ser popular, los versos de sus poesías están faltos de aquel ritmo acentuado y de aquella melodía que son esenciales a la amplia y popular divulgación de una obra poética. El ritmo, que se adhiere muy acertadamente a las exteriorizaciones del alma, la frecuencia más o menos involun­taria de versos irregulares, denuncia, a pe­sar de la limitada cultura que el poeta tuvo, un producto típicamente literario, que po­día atraer más que al pueblo, como efecti­vamente sucedió, a los artistas refinados. La obra de Whitman tuvo una gran resonancia e influyó no sólo en América, donde aún se pueden reconocer sus huellas, especial­mente en la orientación estética del llamado unaninismo, y en algunos caracteres de la llamada novela colectiva, sino también en Europa. [Trad. de Concha Zardoya (Madrid, 1950)].

S. Rosati

El más excepcional documento, de espíritu y de sabiduría, que América haya producido hasta ahora. (Emerson)

El dios Pan en persona. (Alcott)

La humanidad de Whitman no es una de­mocracia; es una erotocracia. (Barh)

Su genio poético cayó en los más bajos niveles que puede descender un genio poé­tico. Reducía la imaginación a un pasivo registrador de impresiones. (Santayana)

A diferencia de otros grandes escritores modernos, Whitman era susceptible de ser sentido, apreciado por toda una categoría de hombres simples e incultos que no podían comprender a los demás. (Du Bos)

Whitman — la más extraña figura y la más difícil de explicar de nuestra litera­tura — es quizás la más grande voz poética, la que ciertamente ha tenido un eco más lejano. (L. Lewisohn)